Ha terminado con la Misa en Tor Vergata la Jornada Mundial de la Juventud. Una jornada extraordinaria también por la impresionante afluencia de jóvenes, las nuevas generaciones son la esperanza de la Iglesia y del mundo. No es nuestro objetivo hacer una crónica de lo vivido en Roma estos días, la tienen en todos los medios y en general muy positiva, salvo los medios que intentan ocultar la realidad, que son muchos. Estos días estamos viendo con en Estados Unidos están cerrando en cadena decenas de abortorios, se les ha terminado el dinero público y lo que defienden es solo un macabro negocio asentado en la muerte. Hemos sufrido, seguimos sufriendo, un ataque despiadado a todo lo que significa catolicismo, lo sufrimos todos los días, si en algún tiempo esto fue una cuestión ideológica hoy no lo es, Si falta el dinero se terminaron los ataques. El poder ver un millón de jóvenes rezando con sus obispos, sus sacerdotes y el Papa da sin duda, como decían los clásicos: ‘Gloria a Dios’, pero sin duda es ‘confusión de herejes’.
Las comparaciones son odiosas, pero es inevitable hacerlas, Tor Vergata huele a Juan Pablo II y a la inolvidable jornada del 2000, los hijos de aquellos son los jóvenes de hoy. Estábamos en los albores de un nuevo milenio y nuestros corazones rebosaban de optimismo; las Torres Gemelas aún se alzaban en el alegre paisaje de Nueva York; una Europa unida parecía una posibilidad de bienestar concreto y generalizado: los Papaboys llegaron cantando «Jesucristo, tú eres mi vida», y Juan Pablo II los recibió con humor, bromeando sobre el revuelo que habían causado.
Después de 25 años, la explanada de Tor Vergata volvió a acoger a los jóvenes que participan en el Jubileo con cantos y oraciones en varios idiomas, pero con el lenguaje de la fe en la adoración eucarística. Los acordes del cántico «Bajo la misma luz, bajo su cruz, cantando a una sola voz» acompañaron la entrada del Papa León XIV, quien no eludió las preguntas de los jóvenes sobre la amistad, el futuro y la esperanza.
La historia, la gran historia se hace de grandes momentos que la van marcando y de mezquindades que desaparecen destrozadas en el olvido. El mismo entusiasmo que se dedicó a en San Juan Pablo II, entonces anciano y enfermo se ha dedicado a León XIV. Es la misma explanada, pero todo ha cambiado, en aquel entonces no había redes sociales y el 11 de septiembre aún no habían ocurrido. Entre bailes y oraciones, el grito de los jóvenes era uno solo: «¡No a la guerra!».
El Papa León XIV se centra mucho en la espiritualidad, la fe y la relación con Cristo. Esta es sin duda la línea que se perfila de su pontificado. «Aspiren a lo grande, a la santidad, dondequiera que estén. No se conformen con menos». «La esperanza es Jesús, permanezcamos unidos a Él, permanezcamos siempre en su amistad, cultivándola con la oración, la adoración, la Comunión Eucarística, la Confesión frecuente y la caridad generosa, como nos enseñaron los beatos Piergiorgio Frassati y Carlo Acutis, quienes pronto serán proclamados santos».
«Estamos hechos para esto. No para una vida donde todo es predecible y fijo, sino para una existencia que se regenera constantemente a través de la entrega, del amor». «No engañemos a nuestros corazones intentando apagarlos con sucedáneos ineficaces. ¡Escuchémoslos, en cambio! Hagamos de ellos un escalón donde podamos apoyarnos, para que, como niños, podamos caminar de puntillas hacia la ventana de nuestro encuentro con Dios».
«Los encomiendo a María, la Virgen de la Esperanza. Con su ayuda, al regresar a sus países en los próximos días, por todo el mundo, sigan caminando con alegría tras las huellas del Salvador y contagien a todos los que encuentren su entusiasmo y el testimonio de su fe. Que tengan un buen viaje».
La organización parece estar funcionando muy bien . Hablamos de cifras significativas: estamos dentro de un área de 96 hectáreas, con tres puntos de acceso, con 5 millones de botellas que, durante horas, han sido distribuidas por 3.000 voluntarios de Protección Civil. Hay 4.300 vigilantes, 500 miembros del personal de la Santa Sede, 6.000 agentes del orden, que vigilan también con la ayuda de una sala de operaciones de 500 metros cuadrados y 122 cámaras de videovigilancia. El alcalde de Roma encantado y presente: «Estos chicos son la gente de la paz, la solidaridad y la fraternidad».
La noticia del fallecimiento de la peregrina española y la hospitalización de su joven compatriota fue anunciada directamente por el Papa León XIII durante la vigilia de oración, no sabemos mucho más. Mientras tanto, Pascale Rafic, la joven egipcia de 18 años falleció durante la noche a causa de un paro cardíaco mientras regresaba de un evento en Roma con la delegación de Egipto y Sudán del Sur. Residente de la parroquia de Artena, la joven ya se había sentido mal durante el día, pero su estado no parecía ser especialmente preocupante.
El repentino deterioro se produjo mientras era trasladada al Hospital de Valmontone, desde donde fue trasladada de urgencia a Colleferro. La joven, que padecía una afección cardíaca, nunca recuperó el conocimiento. El Pontífice, informado de inmediato, expresó sus condolencias esa mañana con «profundo pesar». «Al compartir el dolor de los afectados por este trágico episodio», decía el comunicado de la Santa Sede, «el Santo Padre les asegura oraciones de sufragio e invoca el consuelo del Señor para la familia, los amigos y todos los que lloran su pérdida».
En la mañana del sábado 2 de agosto, el Papa León XIV recibió en audiencia privada en el pequeño salón del Aula Pablo VI a un grupo de jóvenes peregrinos que compartían el viaje jubilar con Pascale Rafic , la joven libanesa de 18 años que falleció repentinamente la noche del viernes 1 de agosto.











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