“Si a los cardenales se les pidiera que presentaran su currículum para convertirse en Papa, el del cardenal Malcolm Ranjith probablemente estaría en el primer lugar”, dice Cardinalis.
Una de las particularidades de la Iglesia de las “periferias” capitalizadas en el papado de Francisco es su resistencia a ser encasilladas con simpleza. En la Iglesia del “sur global”, las mochilas no son azules ni rojas, ni con las etiquetas clásicas de “conservadores” o “progresistas”.
En uno de los momentos de mayor polarización, una figura que contradiga los fundamentos de la división, que no tenga miedo a reconocer posiciones condenadas por la corrección y que sorprenda impulsando la razón que pueda tener el progresismo desde una óptica ortodoxa y contraria a la secularización puede resonar en el próximo cónclave. Y un claro representante de todo ello es el cardenal arzobispo de Colombo, Albert Malcolm Ranjith.
El cardenal no se encuentra entre los principales favoritos o quinielas, pero cuenta con un amplio elenco de cualidades y aptitudes que podrían situarlo entre los elegidos.
Hablando de una cuestión estrictamente “biológica”, Ranjith tiene actualmente 77 años, una edad perfecta para un papado que no sea estelar pero tampoco eterno. Nacido en Sri Lanka, cuenta con una posición geográfica destacada, pues es consciente de las heridas y polémicas de Occidente, pero también capaz de relativizarlas y complementarlas con una visión “periférica” que, en muchos aspectos, trasciende las tradicionales divisiones más occidentales. La salud parece acompañarle, siendo reseñables únicamente una cirugía de rodilla y un episodio vinculado al Covid en 2022.
Gobierno y visión global: el cardenal de los 10 idiomas
Otro de sus puntos fuertes es su amplia trayectoria y experiencia de gobierno eclesiástico y la visión global que le proporciona también su vasta formación intelectual y políglota.
El cardenal habla diez idiomas -italiano, alemán, francés, hebreo, griego, latín, español, inglés, cingalés y tamil-, cuenta con una licenciatura en Teología y otra en Sagrada Escritura, además de poseer una considerable formación filosófica. Podría ser un medio camino entre los dos últimos pontífices, sin ser un candidato excesivamente intelectual como Benedicto, pero no tan pragmático como Francisco.
También sabe lo que supone gobernar la Iglesia. En 1991, con poco más de 40 años, fue nombrado obispo auxiliar de Colombo, posteriormente Juan Pablo II lo nombró obispo de Ratnapura y en 2001 regresó a Roma, donde comenzaría una trayectoria paralela en el campo misionero y diplomático: allí se desempeñó como secretario adjunto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Propaganda Fide) y presidente de las Obras Pontificias de Ayuda Misional. En 2004 fue nombrado nuncio apostólico en Indonesia y Timor Oriental y ascendido a arzobispo.
“Si se pidiese un currículum para ser Papa, Ranjith estaría en primer lugar”
Las aptitudes de Ranjith llevaron a los pontífices a encomendarle la misión de seguir abriéndose nuevos caminos, también en lo litúrgico: en diciembre de 2005, Benedicto XVI lo nombró secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, donde buscó promover una liturgia más acorde con la Constitución Sacrosanctum Concilium del Concilio Vaticano II. Benedicto XVI lo nombró arzobispo de Colombo en 2009 y lo elevó al cardenalato en 2010, año en que fue elegido presidente de la Conferencia Episcopal de Sri Lanka.
En este sentido, su preparación para el gobierno de la Iglesia universal es para algunas publicaciones especializadas, más que notable. “Si a los cardenales se les pidiera que presentaran su currículum para convertirse en Papa, el del cardenal Malcolm Ranjith probablemente estaría en el primer lugar”, escribió Cardinalis magazine.
En lo vocacional, las cifras de su diócesis son representativas. Fue nombrado arzobispo de Colombo en 2009, y las cifras más recientes de sacerdotes eran de 2006, cuando había 255 diocesanos sin contar con religiosos, según Catholic Hierarchy. En 2023, los diocesanos aumentaron a 373, lo que según College of cardinals report se encuentra motivado a las directrices litúrgicas del cardenal, tendientes al respeto y reverencia sacramental.
Pobreza y medio ambiente, la faceta continuista de Ranjith
En algunos aspectos, el cardenal ofrecería a la Iglesia posturas y modos muy continuistas con el pontificado de Francisco, especialmente en lo relativo a la cercanía, sencillez y preferencia por los necesitados. Son sobradas las muestras públicas de que al cardenal “no se le caen los anillos” cuando la causa requiere ayudar, como cuando al concluir sus estudios y dedicarse a la pastoral en Pamunugama fue uno más con los pescadores pobres ayudando en un pueblo que carecía de agua, electricidad y vivienda.
La preocupación por los pobres de Ranjith no es mera filantropía y explica que, para él, esta preferencia está unida a su amor por la liturgia, considerando a ambos aspectos “la brújula de mi vida”, según College of cardinals report.
Otro de los puntos que podría suponer un continuismo con su predecesor es el del fomento de la preocupación ambiental, con el añadido de que su Sri Lanka natal ha ocupado no pocas veces los primeros puestos mundiales en determinadas categorías de contaminación, como es el caso de los plásticos.
Concretamente, la diócesis dirigida por el cardenal arzobispo, Colombo, es una de las más afectadas por los residuos plásticos, ya que el 90% de los productos importados en este material acaban en vertederos y en los océanos, lo que explicaría las declaraciones y posicionamientos del cardenal. En julio de 2021 cuestionó el plan del gobierno que comprometería los humedales de Muthurajawela, mientras que en 2020 se dirigió al Ministro de Asuntos Exteriores, Dinesh Gunawardena, recordándole la “deforestación a gran escala” de Sri Lanka:
“Esto debe detenerse y el Gobierno debe tomar las medidas necesarias para formular un programa de protección forestal de acuerdo con la propia Constitución. Se deben promulgar leyes para castigar severamente a quienes destruyen la flora del país. Si así se pudiera proteger el ecosistema, nuestros recursos hídricos tendrían una gran demanda ante la futura escasez mundial de agua”, declaró el cardenal.
En este sentido, también ha cuestionado también el lento progreso de las energías renovables en su país y se ha posicionado en contra del desarrollo de la energía a base de carbón en Sri Lanka. También se ha referido a la contaminación ambiental como uno de los principales problemas de la actualidad y se ha posicionado en varias ocasiones a favor de la encíclica Laudato Si de Francisco.
Relación con el budismo y el islam: ¿Perdón, paz y trascendencia o diálogo hacia ninguna parte?
Ranjith también es partidario de proseguir el diálogo interreligioso, si bien con unas motivaciones y condicionamientos propios, determinados por la realidad de un país conformado por un 70% de budistas, un 12% de hinduistas, casi un 10% de musulmanes y algo más del 7% de cristianos, el 80% de ellos católicos.
A la hora de hablar del islam, son de obligada mención los atentados islamistas del Domingo de Resurrección de 2019 contra tres iglesias -dos católicas- que se saldaron con 269 muertos y 500 heridos. En los últimos días, Ranjith ha celebrado que 167 católicos de entre los fallecidos han sido incluidos en el catálogo de los “testigos de la fe” por el cardenal Semeraro, “considerando el contexto de su heroísmo”.
Sin embargo, el cardenal no ha dudado en dedicarse con esmero desde el atentado a buscar la justicia y esclarecer lo sucedido, sin miedo a denunciar que, aunque el gobierno indio había avisado a la inteligencia de Sri Lanka y las autoridades “sabían que se avecinaba un atentado, no quisieron evitarlo”.
Paralelamente a su búsqueda de justicia con la comunidad católica, el cardenal considera que el incremento del extremismo es en buena parte “una reacción al secularismo occidental y su alejamiento de Dios”. Un secularismo, agregó en una entrevista sobre los atentados, que “busca marginar” a aquellos con creencias religiosas “y eso no es aceptable, especialmente para los musulmanes. Por lo tanto, los musulmanes se radicalizan cada vez más, cuanto más tiende el secularismo a marginar la religión”. El cardenal Ranjith ofreció el perdón a los seis jóvenes yihadistas: “Meditamos en las enseñanzas de Cristo, los perdonamos y tuvimos compasión de ellos. No los odiamos ni les devolvimos la violencia”.
Otros de sus posicionamientos relativos a la libertad religiosa y el diálogo interreligioso se relacionan con sus llamados a la militancia de los católicos y su presencia en la vida pública, aunque para ello se deban tener ciertas relaciones con la mayoría budista. El cardenal parece considerar que el principal enemigo a abatir es el secularismo, lo que le ha llevado a remarcar su voluntad de no subvertir “las tradiciones religiosas y culturales a las que pertenece la mayoría de la gente de Sri Lanka”.
Paralelamente, ha hecho causa común con el budismo a la hora de enfrentar los intentos estatales de controlar a la Iglesia. También se ha mostrado favorable a mantener la preferencia constitucional por el budismo, considerando que, de eliminarse esta, se estaría dando “un paso hacia la secularización de Sri Lanka”. En resumidas cuentas, su toma de partido por el diálogo interreligioso parece más guiada a hacer causa común frente a la secularización que por una convicción positiva del diálogo por el diálogo sin un objetivo definido.
Celibato sacerdotal: otra política continuista
En línea de esos consensos que Ranjith puede ofrecer a lo que comúnmente se entiende como “conservadores” y “centrados” se encuentra el continuismo de los llamados de Francisco a la humildad, piedad y celibato sacerdotales.
En su opinión, el sacerdote debe “entregarse totalmente a la Iglesia o la comunidad a la que es enviado”, de modo que “la Iglesia y las almas se conviertan en su primer interés, y con esta espiritualidad concreta se vuelve capaz de amar a la Iglesia Universal y a esa parte de ella que se le ha confiado con un profundo amor de esposo a esposa”.
El cardenal Ranjith defiende y valora por tanto el celibato, la pobreza y la obediencia sacerdotales que Francisco buscaba preservar, considerando el celibato una manera de amar a la comunidad “de la manera total y exclusiva en que Jesucristo, su cabeza y esposo, amó”.
Frente al aborto y a las uniones homosexuales
En el mismo sentido habría que comprender las firmes convicciones tendentes a la defensa del cardenal de los roles tradicionales de la familia, la mujer y la vida.
Respecto al aborto, el cardenal no duda en definirlo como “un asesinato” y cuando es preguntado por “los derechos de las mujeres”, afirma “apoyarlos” y no tener “ningún problema” con ellos. “Pero, según los derechos de las mujeres, no podemos permitir cosas como el aborto. La vida de cada niño es importante. Cada niño es un regalo de Dios y debemos aceptarlo”, ha declarado en varias ocasiones.
Semejante postura mantiene con el llamado “matrimonio” entre personas del mismo sexo, lo que a su juicio “no puede ser aceptado”. Para él, estos últimos suponen “un intento de sabotear el matrimonio y la vida familiar” y remarca que “el matrimonio no puede darse entre dos hombres ni entre dos mujeres. La familia es el fundamento de la sociedad, y todas las religiones lo reconocen. Si permitimos que se destruyan los cimientos de la familia, abriremos paso a la destrucción del país. No podemos aceptarlo”.
Lo más polémico: de Fiducia y Amoris Laetitia a las dubia o Alemania
El cardenal tampoco ha rehusado posicionarse en otros temas que, al contrario que la protección del medio ambiente o el diálogo religioso, lo alejarían de la línea de Francisco.
En este punto hay que mencionar su rechazo al llamado Camino sinodal alemán, del que aseguró en su día “no poder aceptar” lo que allí sucedía, ya que la Iglesia es una “fraternidad universal” y la Iglesia alemana no puede “responder por todos nuestros problemas en todo el mundo”.
También consideró que las controversias sobre el Camino Sinodal “deben ser una carga para el Santo Padre”, pero agregó que, como pastores, es tarea de los obispos no solo estar abiertos y escuchar, sino también “ir al frente” y enfrentar los desafíos, “incluso si nos matan en el proceso”.
“Es difícil, pero tenemos que orar, porque no estamos haciendo algo solos, está el actor más grande, el Señor mismo”, remarcó en una entrevista.
Sobre Amoris Laetitia, el cardenal ha buscado leerla con una interpretación ortodoxa, remarcando que, según las “enseñanzas y creencias religiosas de la Iglesia Católica, el matrimonio es una relación entre un hombre y una mujer. La Palabra de Dios dice que el hombre y la mujer se unirán en matrimonio y procrearán, que también es el orden natural”. También afirma: “En ese sentido, las uniones lésbicas y homosexuales no pueden permitirse. Si bien debemos tratar a las personas que enfrentan este problema con empatía, no podemos permitir que se casen”. El cardenal también sostiene que el matrimonio es y sigue siendo indisoluble.
El cardenal cree que los cardenales de las dubia “tenían razón” en su intento de obtener una aclaración del papa Francisco sobre esta parte polémica de Amoris Laetitia, pero habría preferido que se hubiera evitado la confrontación y se hubieran sentado juntos para debatir y estudiar el asunto. Tampoco considera que apelar a la ley natural sea suficiente cuando se trata de defender el matrimonio; sino que enfatiza la importancia de hablar sobre la belleza y la espiritualidad de la vida matrimonial, según indica College of cardinals report.
El pasado, ¿renovación de la Iglesia?
El srilanqués también destaca por su reverencia eucarística y revalorización de las formas tradicionales en lo litúrgico.
Por ejemplo, su archidiócesis de Colombo forma parte de la corriente que está rescatando las antiguas barandillas que rodean al altar, medida acompañada de directrices dirigidas a “fomentar y no imponer” la comunión de rodillas, frente a una comunión en la mano que sí habría sido una imposición no deseada. En la misma línea, se ha mostrado partidario de la celebración Ad orientem -mirando al altar-, si bien cree que deben ser los obispos quienes decidan aplicar las directivas.
El acercamiento religioso que a su juicio podría darse en iniciativas sociales como las mencionadas no sería una opción en lo sacramental. Para él, una eucaristía celebrada con pastores protestantes “sería inaceptable” y uno de los “graviora delicta” o delitos más graves contra la fe, moral y sacramentos. Cree que los ministros y sacerdotes deben usar vestimentas apropiadas y que las homilías no deben superar los 10-15 minutos, para no “marginar” así “la centralidad de la misa”.
En este sentido, destaca también su apoyo a la restauración de las “verdaderas tradiciones litúrgicas de la Iglesia” mostrado en 2011, remarcando que la liturgia “no puede ser lo que el hombre crea”. En ese caso, “nosotros mismos fijamos las reglas” y “corremos el riesgo de recrear el becerro de oro de Aarón”.
“Ha llegado el momento de que no solo renovemos mediante cambios radicales el contenido de la nueva liturgia, sino también de fomentar cada vez más el regreso del Vetus Ordo, como vía para una verdadera renovación de la Iglesia, que fue lo que tanto desearon los Padres de la Iglesia reunidos en el Concilio Vaticano II”, expresó el mismo año en su mensaje a la Federación Una Voce.
Los laicos: menos en los sacramentos y más en las calles
El cardenal también se ha pronunciado enérgicamente en torno a la participación de los laicos en la Iglesia. Considera que, en lo sacramental, no deben participar en “bailes y aplausos en medio de las Misas, que no son un circo ni un estadio”, tampoco “predicar la homilía en lugar del sacerdote, incluso cuando este está presente, o distribuir la Sagrada Comunión”.
Sin embargo, al margen de funciones ministeriales, son destacados sus llamados a la acción de los laicos en lo relativo a la fe.
Ejemplo de ello fue el llamado dirigido a los laicos en enero de 2023, en el que subrayaba la necesidad de “cambiar la perspectiva de la Iglesia” e impulsar “laicos dispuestos a salir a las calles, luchar por la justicia y hacer lo correcto para la sociedad”. En su llamado, Ranjith dijo que la Iglesia “no necesita niños alimentados con cuchara” o “católicos de sacristía”, sino “cristianos que se comprometan con Cristo y sigan su ejemplo”.
El cardenal también instó a los obispos y sacerdotes a no tener miedo de transferir responsabilidades a los laicos, destacando que la Iglesia no debe estar “centrada en los obispos y sacerdotes: debemos compartir nuestras responsabilidades con alegría. La Iglesia no puede continuar de otra manera”.
AcaPrensa / José María Carrera Hurtado / Religión en Libertad











Leave a Reply