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IGLESIA EN COREA DEL SUR RENUEVA COMPROMISO POR LA RECONCILIACIÓN CON EL NORTE AcaPrensa / InfoCatólica

En el 80º aniversario de la división de la península coreana, la Comisión Especial para la Reconciliación Nacional de la Conferencia Episcopal de Corea del Sur ha hecho público un mensaje en el que reafirma su voluntad de promover el diálogo y la cooperación con Corea del Norte bajo el principio de reciprocidad.

 

«Apoyaremos y participaremos activamente en los intercambios con Corea del Norte basados en la cooperación y la reciprocidad. Uniremos fuerzas para trabajar junto con quienes desean que el Norte y el Sur vivan juntos en ‘la casa común’».

 

El texto, titulado con palabras del Salmo 34 —«Apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella»—, recuerda que, tras «35 años de sufrimiento durante el período colonial japonés», la nación coreana obtuvo su liberación «gracias a la providencia de Dios y a la protección de la Santísima Virgen María». Sin embargo, advierte, la división que siguió «sigue causando dolor hasta el día de hoy». La fecha de difusión figura como 15 de agosto de 2025, Solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, patrona de la Iglesia coreana.

 

La Comisión recuerda que, en 1965, se instauró el 25 de junio como “Jornada de Oración por la Iglesia del Silencio”, renombrada en 1992 como “Jornada de Oración por la Reconciliación y la Unidad Nacional”. Cada año, en torno a esa fecha, se celebran misas e iniciativas destinadas a «curar heridas aún no cerradas» e interceder por la Iglesia en el Norte.

 

En su mensaje, los obispos constatan que, pese a los avances en el diálogo durante la década de 1990, «la península de Corea se encontró nuevamente paralizada antes de que pudiéramos cultivar los campos con ‘arados y podaderas’». No obstante, subrayan que, a través de las Comisiones para la Reconciliación Nacional establecidas en cada diócesis, la Iglesia ha impulsado un apoyo amplio e integral a la población norcoreana afectada por desastres naturales y crisis económicas, además de fomentar el intercambio por medio del diálogo.

 

Inspirándose en Jesucristo, quien «obtuvo la verdadera paz sacrificándose», el documento recalca que la paz que la Iglesia desea legar a las futuras generaciones no puede nacer «de subyugar a otros con las armas y la fuerza militar en un clima de desconfianza y odio».

 

En este Año Santo, coincidente con el ochenta aniversario de la división, los obispos invitan a todos los coreanos a confiar en el amor y la gracia de Dios como «peregrinos de la esperanza» y a creer que «lo que no es posible según los intereses y la lógica del mundo sea posible según la voluntad de Dios».

 

Retomando las palabras del Papa Francisco sobre la Tierra como «la casa común», el mensaje concluye con el compromiso de «apartarse del mal, obrar el bien, buscar la paz y correr tras ella» en la península coreana

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