En Castel Gandolfo, el Papa León XIV recibió a peregrinos ortodoxos griegos, católicos bizantinos y católicos latinos procedentes de Estados Unidos que participan en una peregrinación ecuménica a Roma, Constantinopla y Nicea.
En un discurso a los peregrinos, León XIV destacó el carácter espiritual de la peregrinación, subrayando que «partieron de Estados Unidos, que, como saben, es mi país natal, para este viaje, que quiere ser un regreso a las raíces, a las fuentes, a los lugares y a los recuerdos de los apóstoles Pedro y Pablo en Roma, y del apóstol Andrés en Constantinopla».
El Pontífice recordó que este año se celebra un aniversario de gran importancia para la cristiandad:
«Es significativo que su peregrinación tenga lugar este año, en el que celebramos los mil setecientos años del Concilio de Nicea». Además, puso en valor la coincidencia de los calendarios litúrgicos, que ha permitido «cantar al unísono el Aleluya pascual: “¡Cristo ha resucitado! ¡Ha resucitado verdaderamente!”».
En su discurso, el Papa animó a los fieles a ser testigos de la esperanza que brota de la fe en Cristo: «Nuestra esperanza está en Dios, y precisamente porque bebemos constantemente de la fuente inagotable de su gracia, estamos llamados a ser testigos y portadores de ella».
Y añadió, dirigiéndose al metropolitano ortodoxo presente: «Eminencia, metropolitano Elpidophoros, ¡su propio nombre nos dice que usted es portador de esperanza! ¡Espero que su peregrinación les confirme a todos en la esperanza que nace de la fe en el Señor resucitado!».
León XIV también hizo memoria de los avances ecuménicos alcanzados en las últimas décadas: «El 7 de diciembre de 1965, en vísperas de la conclusión del Concilio Vaticano II, mi predecesor, san Pablo VI, y el patriarca Atenágoras firmaron una Declaración Conjunta, borrando de la memoria y de la vida de la Iglesia las sentencias de excomunión que siguieron a los acontecimientos de 1054. Antes de eso, una peregrinación como la suya probablemente ni siquiera habría sido posible».
El Papa pidió a los peregrinos que transmitan un mensaje de unidad al patriarca de Constantinopla: «Aquí en Roma, se han detenido en oración ante las tumbas de Pedro y Pablo. Ahora que visitan la Sede de Constantinopla, les pido que lleven mi saludo y mi abrazo, un abrazo de paz, a mi venerado hermano el patriarca Bartolomé».
Refiriéndose al Año Jubilar en curso, León XIV recordó las palabras de su predecesor: «En la Bula de convocación del Año Jubilar, el papa Francisco observó que “este Año Santo orientará el camino hacia otro aniversario fundamental para todos los cristianos: en el 2033 se celebrarán los dos mil años de la Redención realizada por medio de la pasión, muerte y resurrección del Señor Jesús”».
En su conclusión, el Pontífice pidió volver a las raíces de la fe cristiana: «Que el retorno a las raíces de nuestra fe nos haga experimentar a todos el don de la consolación de Dios y nos haga capaces, como el buen samaritano, de derramar sobre la humanidad de hoy el aceite de la consolación y el vino de la alegría. Gracias».











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