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Agencia Católica de Prensa

NICARAGUA: HABLA EL ARZOBISPO SILVIO JOSÉ BÁEZ

«Esta es la primera entrevista que doy en casi tres años.»

 

Monseñor Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua, fue el primer obispo obligado a abandonar su país, a petición del Papa Francisco, en 2019, cuando se estableció que su vida realmente corría peligro, por haber caminado decididamente junto a su pueblo, a partir de las protestas populares de 2018, rápidamente aplastadas por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, quienes desde ese momento comenzaron a perseguir a la Iglesia Católica en todos sus niveles.

 

Tras él, Mons. Rolando José Álvarez, Obispo de Matagalpa y Administrador Apostólico de Estelí, se vio obligado a abandonar su país tras una prolongada detención; Mons. Isidoro Mora, Obispo de Siuna; y Mons. Carlos Herrera, Obispo de Jinotega y Presidente de la Conferencia Episcopal. Actualmente, 302 líderes católicos se han visto obligados al exilio, expulsados o imposibilitados de ejercer su misión pastoral: cuatro obispos de diócesis nicaragüenses, el Nuncio Apostólico, 149 sacerdotes, tres diáconos, 13 seminaristas y 132 religiosas.

 

Esto es lo que leemos en la reciente edición del estudio “Nicaragua: Una Iglesia Perseguida”, de la abogada y activista Martha Patricia Molina, quien contabilizó 1.010 ataques directos, la expulsión de 302 líderes religiosos, el robo de al menos 36 propiedades y la prohibición de 16.564 procesiones desde abril de 2018. Esta situación persiste, a pesar de la disminución de incidentes en los últimos meses, no debido a un cambio de actitud, sino a que queda muy poco en el país por “cerrar” o “expropiar”.

 

El obispo Báez, un destacado biblista, ha estudiado, entre otras cosas, el tema del silencio en la Biblia. Pero también comprende el valor de la denuncia profética. En los últimos años, la dramática situación de su país lo ha obligado a alternar entre el silencio y la denuncia. Y es “con todo el corazón” que, pocos días después de ser recibido en audiencia por el papa León XIV, junto con los obispos Mora y Herrera, accedió a responder a las preguntas de SIR, a quien agradece, junto con la Iglesia italiana, su constante apoyo al pueblo y a la Iglesia nicaragüenses.

 

Tuvo la oportunidad de conocer al Papa León XIII. ¿Cuál fue su impresión, tanto personal como sobre su importancia para su país?

 

Fue un encuentro profundamente alentador. El Papa León XIV es una persona de gran calidez, bondad y sabiduría. Me impresionó su preocupación por Nicaragua, y en particular por la situación pastoral que vive su pueblo. Su cercanía y sensibilidad son un gran consuelo y una luz de esperanza para la Iglesia en nuestro país, en estos momentos tan difíciles.

 

El Papa lo confirmó como obispo auxiliar de Managua. ¿Qué significa para usted ejercer este servicio, por así decirlo, a distancia?

 

Ser confirmado como obispo auxiliar de Managua es para mí una muestra de confianza en mí mismo y en mi ministerio, por lo que agradezco de corazón al Santo Padre. Acepto esta confirmación de mi ministerio episcopal con gran responsabilidad y humildad para acompañar, como pastor, tanto a los nicaragüenses en el exilio como a los que están en Nicaragua. La distancia física de mi país representa un desafío para la creatividad pastoral, pero no un impedimento para acompañar a mi pueblo desde el Evangelio. Estar distante no significa necesariamente estar ausente, y estoy convencido de que uno no está donde tiene los pies, sino donde tiene el corazón.

 

¿Cómo vive su entrega a su Iglesia y a su pueblo en este momento?

 

Vivo mi dedicación a mi Iglesia y a mi pueblo con gran compromiso y amor. Ante todo, a través de la oración, con la que presento a Nicaragua ante Dios cada día.

 

Durante mis años de exilio, el Señor me mostró diversos caminos pastorales para llevar a cabo mi ministerio episcopal: el acompañamiento espiritual a muchos sacerdotes y laicos en el exilio, las visitas a varias diócesis de Estados Unidos para reunirme con nicaragüenses, los encuentros virtuales periódicos con sacerdotes nicaragüenses en el exilio y la celebración de la Misa dominical en la parroquia Santa Ágata en Miami, transmitida por las redes sociales.

 

¿Qué significa para ustedes, nicaragüenses, en este Año Jubilar, ser testigos de la esperanza?

 

En este Año Jubilar, ser testigos de la esperanza significa anunciar que Dios camina con nosotros incluso en la noche más oscura.

 

La esperanza cristiana no es un optimismo vacío. Para nosotros, ser testigos de la esperanza significa, ante todo, vivir los momentos más difíciles, cuando se vuelve humanamente imposible comprender lo que Dios quiere de nosotros, sin dudar de su cuidado y misericordia, como escribió el Papa Francisco en su Carta a Nicaragua, del 2 de diciembre de 2024.

 

Para nosotros los nicaragüenses, tener esperanza significa también esforzarnos, con la gracia de Dios, por construir caminos y estructuras de diálogo, libertad y fraternidad entre nosotros, que anticipen la sociedad que todos soñamos y que un día podremos construir.

 

¿Qué importancia tiene el apoyo internacional? Y en particular, el que llega a través de la Iglesia italiana y sus medios de comunicación.

 

Cada gesto de solidaridad internacional, cada oración por nuestro pueblo y cada abrazo recibido a distancia fortalecen nuestra esperanza de que los nicaragüenses podemos cambiar la realidad actual del país y construir una diferente. Soñamos con un país donde, renunciando a posiciones sociales egoístas, podamos compartir nuestros bienes e intereses en paz y justicia, sin que nadie se sienta excluido ni maltratado por su forma de pensar. Para lograr este objetivo, el apoyo internacional es esencial.

 

La solidaridad de la Iglesia italiana, un país que amo profundamente y donde viví veinte años, y de medios de comunicación como SIR, nos anima a saber que no estamos solos en nuestra lucha por construir un país diverso. Es un testimonio del Cuerpo de Cristo allanando el camino para el Reino de Dios.

 

Pido a la Iglesia italiana y a los medios de comunicación solidarios como SIR que no se olviden de este pequeño país, Nicaragua. Necesitamos que oren por nosotros, que acojan a los exiliados nicaragüenses que huyen del país y que visibilicen al mundo la violencia que sufre nuestro pueblo y la persecución que sufre nuestra Iglesia.

 

AcaPrensa / Bruno Desidera / Settimana News

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