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MONS. SCHNEIDER DA SU PARECER SOBRE EL JUBILEO LGTBIQ+ EN ROMA

El obispo Athanasius Schneider, concediendo una entrevista a la periodista Diane Montagna, se ha pronunciado enérgicamente contra la reciente peregrinación internacional del «Jubileo LGBTQ+» sancionada por el Vaticano, denunciándola como una «profanación» de la Puerta Santa y una «burla» a Dios.

 

La peregrinación, incluida en el Calendario General del Jubileo 2025 del Vaticano, fue organizada por la asociación italiana pro-LGBTQ+ Tenda di Gionata; la Red Global de Católicos Arcoíris, que ejerció presión durante el Sínodo de los Jóvenes del Vaticano en 2018; y Outreach, con sede en EE. UU., liderada por el P. James Martin, SJ.

 

El sábado por la tarde, fotografías virales mostraron a dos participantes masculinos tomados de la mano abiertamente en la Basílica de San Pedro, uno de ellos con una mochila en la que se leía «F*** the Rules». Otra imagen mostraba a un joven con una camiseta arcoíris haciéndose un selfi con su mano en forma de «garra», teniendo como fondo el Baldaquino de Bernini.

 

La peregrinación, de dos días de duración, también incluyó una vigilia el viernes por la tarde, en la que una pareja de lesbianas relató su «historia de amor», y una misa el sábado por la mañana, celebrada por el vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana, quien animó a los asistentes a tener paciencia hasta que la Iglesia reconozca el estilo de vida LGBTQ+. Asistieron más de mil personas.

 

En esta entrevista exclusiva con el obispo auxiliar de Astaná, Kazajistán, analizamos su reacción ante estos acontecimientos, la audiencia ampliamente publicitada del Papa León XIV con el P. James Martin, y los graves riesgos para la Iglesia católica y el mundo si esta pierde su autoridad moral en tales asuntos.

 

El obispo Schneider insta además al Papa León XIV a seguir el ejemplo de san Juan Pablo II denunciando públicamente el incidente LGBTQ+ en la Basílica de San Pedro, reconociendo la responsabilidad del Vaticano por haberlo permitido y realizando actos de reparación con humildad y verdad.

 

También condena a los sacerdotes que afirman el estilo de vida LGBTQ+ como «criminales espirituales» y «asesinos de almas», advirtiendo que Dios les pedirá cuentas, al tiempo que exhorta a los fieles a trabajar con celo para rescatar a quienes han sido engañados por el pecado.

 

Diane Montagna ha entrevistado al obispo Athanasius Schneider.

 

Una foto viral de dos hombres homosexuales tomados de la mano con descaro en la Basílica de San Pedro, uno con una mochila que decía «F*** the Rules», y otra imagen de un joven con una camiseta «arcoíris» haciéndose un selfi de su mano en forma de garra con el Baldaquino de Bernini como fondo, han dado la vuelta al mundo desde el 6 de septiembre. El grupo de peregrinos también entró en la Basílica portando una cruz «arcoíris»; se desconoce cómo pasó ese objeto los controles de seguridad. La peregrinación fue aprobada por el Vaticano como parte del año jubilar convocado por el Papa Francisco. Excelencia, ¿cuál fue su primera reacción al ver estas fotos?

 

Mi reacción fue un grito silencioso de horror, indignación y tristeza. Todos los verdaderos creyentes de la Iglesia —tanto fieles como clérigos— que aún defienden la validez de los mandamientos de Dios y se toman en serio a Dios, deberían experimentar esta provocación como una bofetada descarada. Creo que muchos católicos fieles y miembros del clero están, en cierto sentido, aturdidos por un golpe tan grande y necesitan tiempo para recuperarse. Ha tenido lugar un acto sin precedentes en la Basílica de San Pedro de Roma, que puede describirse acertadamente, con palabras de Nuestro Señor, como una «abominación desoladora en el lugar santo» (cf. Mt 24,15).

 

¿Cuál es el significado de la Puerta Santa, y cómo influye su sentido en lo ocurrido el 6 de septiembre?

 

Uno de los significados esenciales del Año Jubilar y de la Puerta Santa consiste en «conducir al hombre a la conversión y la penitencia», como explicó san Juan Pablo II en la Bula de convocación del Año Santo 2000. Otro signo distintivo es la indulgencia, que es uno de los elementos constitutivos del Jubileo. Por tanto, el Año Jubilar es un medio poderoso de la gracia de Dios para ayudar a los fieles a progresar realmente en la santidad mediante una recepción fructuosa del sacramento de la penitencia y la obtención de la indulgencia, lo cual implica un desapego consciente de todo pecado grave y desorden moral. Porque «la entrega libre y consciente al pecado grave… separa al creyente de la vida de gracia con Dios y, por tanto, excluye al creyente de la santidad a la que está llamado» (Juan Pablo II, Incarnationis Mysterium, 9).

 

El objetivo declarado de las organizaciones LGBTQ+ que reunieron a fieles y activistas para esta peregrinación jubilar era que la Iglesia reconociera y legitimara los así llamados derechos homosexuales, incluidas las prácticas homosexuales y otras formas de conducta sexual extramatrimonial.

 

No hubo señales de arrepentimiento ni de renuncia a los pecados homosexuales objetivamente graves ni al estilo de vida homosexual por parte de los organizadores y participantes de esta peregrinación. Atravesar la Puerta Santa y participar en el Jubileo sin arrepentimiento, mientras se promueve una ideología que rechaza abiertamente el Sexto Mandamiento de Dios, constituye una forma de profanación de la Puerta Santa y una burla a Dios y al don de la indulgencia.

 

Los grupos implicados en el evento del sábado (Tenda di Gionata, la Red Global de Católicos Arcoíris y Outreach, dirigida por el P. James Martin, SJ) rechazan la idea de conversión desde un estilo de vida LGBTQ+ y creen, en cambio, que ha llegado el momento de que la Iglesia católica reconozca dicho estilo de vida. ¿Qué indica el hecho de que se permitiera este evento sobre el estado actual del Vaticano?

 

Con ello, las autoridades responsables de la Santa Sede colaboraron de facto en socavar y poner en duda la validez del Sexto Mandamiento de Dios, en particular su condena explícita de la actividad homosexual. Se mantuvieron al margen y permitieron que Dios fuera objeto de burla y que sus mandamientos fueran despreciados con escarnio.

 

¿Fue este evento peor que el escándalo de la Pachamama, en su opinión?

 

Desde un punto de vista teológico y objetivo, la veneración de la Pachamama en la Basílica de San Pedro fue peor que la peregrinación LGBTQ+, ya que constituyó una transgresión directa del Primer Mandamiento del Decálogo y, por tanto, fue más impía que incluso un acto atroz que contradice o ridiculiza el Sexto Mandamiento. La promoción de la sodomía y de otras inmoralidades sexuales equivale a una forma de idolatría indirecta, mientras que al ídolo de la Pachamama se le rindieron actos explícitos de veneración religiosa: incienso, luces, velas y postraciones. Ambos eventos deben ser reparados públicamente por el propio Papa. Esto es urgente, antes de que sea demasiado tarde, porque Dios no se deja burlar (cf. Ga 6,7).

 

Antes de la peregrinación a través de la Puerta Santa, se celebró una misa presidida por el obispo Francesco Savino, vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana, en la iglesia del Gesù de Roma, regentada por los jesuitas. Todos fueron bienvenidos a recibir la Sagrada Comunión. ¿No es la adhesión a toda la enseñanza de la Iglesia (doctrina y moral) un requisito previo para recibir al Señor en la Sagrada Eucaristía?

 

Sí, esto es ciertamente un requisito previo establecido por Dios en la Sagrada Escritura a través de la enseñanza de san Pablo: «Quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación. Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y débiles, y muchos han muerto» (1 Co 11,29-30). La Iglesia ha mantenido este precepto sin cambios y de forma universal durante dos mil años y lo sigue manteniendo en su enseñanza oficial. El Catecismo declara claramente: «Quien tiene conciencia de estar en pecado grave no debe comulgar sin haber recibido antes la absolución sacramental» (n. 1415). Además, señala que la Sagrada Escritura «presenta los actos homosexuales como actos de grave depravación, y la tradición ha declarado siempre que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. En ningún caso pueden ser aprobados» (n. 2357).

 

Al permitir tales misas públicas para organizaciones LGBTQ+ en Roma y concederles el paso a través de la Puerta Santa de la Basílica de San Pedro, las autoridades de la Santa Sede mostraron al mundo entero una contradicción llamativa entre la enseñanza oficial de la Iglesia y su práctica. Al hacerlo, estas altas autoridades repudiaron de facto la doctrina misma que están obligadas a defender. A la luz de estos hechos manifiestos, evidentes para todos, cabe preguntarse: ¿puede el mundo seguir tomándose en serio la enseñanza oficial de la Iglesia?

 

La organización «Courage International» es un apostolado que sirve a hombres y mujeres que experimentan atracción por personas del mismo sexo, ayudándoles a llevar una vida de santidad en conformidad con la plenitud de la fe católica. Si la peregrinación del sábado hubiera estado patrocinada por Courage, no habría habido escándalo. ¿Cuál es su mensaje para las personas que participaron en el evento del sábado y que están siendo engañadas por el P. James Martin y el movimiento LGBTQ+?

 

Mi mensaje para ellos es, ante todo, de compasión. Porque cuando una persona rechaza conscientemente el mandamiento explícito de Dios que prohíbe cualquier actividad sexual fuera del matrimonio válido, se pone en el mayor peligro: el de perder la vida eterna y ser condenado eternamente al infierno. Debemos mostrar compasión hacia quienes abogan por la legitimación de la actividad homosexual y persisten en ella sin arrepentirse, e incluso con orgullo. El verdadero amor por estas personas consiste en llamarlas, con suavidad, pero con constancia, a una conversión genuina a la voluntad revelada de Dios. Estas personas están engañadas por el espíritu maligno, por Satanás, el padre de la mentira, y son, en última instancia, infelices, incluso si han silenciado la voz de la conciencia.

 

Debemos estar llenos de un gran celo por salvar estas almas, por liberarlas de engaños envenenados. Los sacerdotes que las confirman en su actividad homosexual o en un estilo de vida homosexual son criminales espirituales, asesinos de almas, y Dios les pedirá cuentas estrictas, conforme a su palabra: «Hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Cuando oigas una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte. Si yo digo al malvado: “Malvado, vas a morir sin remedio”, y tú no hablas para advertirle que se aparte de su conducta, el malvado morirá por su culpa, pero a ti te pediré cuentas de su sangre» (Ez 33,7-8).

 

Este evento fue planeado antes de la elección del Papa León XIV. Algunos sostienen que podría haber sido peor si el Papa Francisco aún viviera. Señalan que el Papa León no recibió a una delegación del grupo LGBT+ en su audiencia general del Jubileo en la Plaza de San Pedro ese mismo sábado, ni les envió un mensaje.

 

Estos argumentos no son convincentes. Que el Papa hubiera recibido a una delegación pro-LGBTQ+ habría sido verdaderamente algo sin precedentes y el colmo del escándalo. El hecho de que el Papa León XIV no haya causado tal escándalo no justifica en absoluto su consentimiento de facto a este evento. En efecto, no se puede presumir razonablemente de su ingenuidad, ya que era perfectamente previsible que una organización pro-LGBTQ+, o al menos algunos de sus miembros, aprovecharían la Puerta Santa y la Basílica de San Pedro como plataforma para promover una ideología que desprecia y rechaza abiertamente la voluntad explícita de Dios expresada en su santo mandamiento.

 

El P. James Martin difundió fotos de una audiencia que mantuvo con el Papa León varios días antes del evento. ¿Recibieron los papas anteriores al Papa Francisco a figuras así de esta manera? ¿Cuál es su opinión sobre esta y otras audiencias recientes, como la de la controvertida monja dominica Lucía Caram, que supuestamente apoya el «matrimonio gay»?

 

Antes del pontificado del Papa Francisco, los sucesores de Pedro ni recibían oficialmente ni posaban para fotografías con personas que, de palabra o de obra, rechazaban abiertamente la enseñanza doctrinal y moral de la Iglesia. A través de estas reuniones oficiales y fotografías, el Papa León ha transmitido de facto al mundo el mensaje de que no se distancia de sus enseñanzas y comportamientos heterodoxos y escandalosos, especialmente teniendo en cuenta que la Santa Sede no ofreció ninguna aclaración posteriormente ni corrigió los mensajes triunfalistas del P. James Martin difundidos en redes sociales. Existe un dicho popular que reza: «Qui tacet consentire videtur» —«El que calla otorga».

 

La Iglesia no solo ha predicado tradicionalmente la verdad, sino que también ha combatido activamente el error. A medida que el islam continúa creciendo en Occidente y Europa se descristianiza, ¿qué está en juego si la Iglesia católica cede su autoridad moral ante estos lobbies y movimientos?

 

San Pedro y sus sucesores, los pontífices romanos, junto con la Santa Sede, y por tanto la Iglesia católica como tal, recibieron de Cristo mismo la más alta autoridad moral en este mundo. Esta autoridad consiste en enseñar a todo el mundo —a personas de todas las naciones y religiones— los mandamientos de Dios, es decir, observar todo lo que Cristo ha mandado (cf. Mt 28,20).

 

En la medida en que el magisterio de la Iglesia —en la Santa Sede y en el episcopado católico— se debilita, se vuelve confuso, ambiguo o incluso contradictorio, la influencia de la antiverdad, en todas sus formas ideológicas y religiosas, aumentará inevitablemente.

 

La fuerza del islam puede resultar cada vez más atractiva para algunos, pero no puede, ni podrá jamás, proporcionar al alma humana la fuerza espiritual necesaria para transformarse interiormente en una nueva criatura por la gracia de Cristo. Yo vivo en un país de mayoría musulmana que también cuenta con una fuerte presencia ortodoxa; cuando la gente ve estos acontecimientos, tanto líderes religiosos como personas comunes preguntan qué está ocurriendo con el Papa y la Santa Sede.

 

Al permitir eventos tan escandalosos, las autoridades de la Santa Sede están silenciando, de facto, la verdad de Cristo, la voz de Cristo. Por tanto, es imperativo en nuestro tiempo que las palabras del Papa y de las autoridades de la Santa Sede en relación con la enseñanza de la Iglesia correspondan fielmente con sus acciones. Porque no existe en este mundo una autoridad moral más elevada que la de Jesucristo, quien confió su autoridad al Magisterio del Papa y del episcopado. ¡Qué tremenda responsabilidad! ¡Y qué inmensa rendición de cuentas futura ante el tribunal de Cristo!

 

He escrito al portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, preguntando si la Santa Sede emitirá algún reconocimiento de que esto no debió permitirse y pedirá disculpas por el escándalo causado, pero no ha habido respuesta. ¿Qué cree usted que revela este silencio?

 

La Santa Sede se encuentra en una especie de callejón sin salida y se enfrenta a dos reacciones.

 

Por un lado, las organizaciones que abogan por la legitimación del estilo de vida LGBTQ+ se regocijan. La inclusión de activistas LGBTQ+ entre los grupos de peregrinos del Año Santo y su entrada solemne en la Basílica de San Pedro —el centro espiritual del catolicismo— ha enviado al mundo entero el mensaje de que la Santa Sede reconoce el objetivo principal de estas organizaciones: la aprobación de la actividad homosexual y de otras conductas sexuales extramatrimoniales. El mundo aplaude al Papa León XIV y a la Santa Sede por ello.

 

Por otro lado, están todos aquellos —católicos, por supuesto, pero también no católicos y seguidores de otras religiones— que siguen defendiendo la validez de los mandamientos de Dios y que se toman en serio a Dios, y que se encuentran ahora en estado de conmoción. Todos los hijos fieles de la Santa Iglesia se sienten profundamente humillados. Es, por así decirlo, un rubor en el rostro de los hijos de la Iglesia. Nos sentimos avergonzados ante Dios.

 

Se percibe un silencio embarazoso por parte de la Santa Sede, semejante al silencio de conciencia de quien sabe que ha obrado mal.

 

Este acontecimiento tuvo lugar el primer sábado del mes, día en que Nuestra Señora de Fátima pidió especialmente reparación por las ofensas cometidas contra su Inmaculado Corazón. ¿Cómo pueden los fieles contribuir a reparar lo sucedido?

 

La situación que se ha producido no es otra cosa que una humillación pública de nuestra Santa Madre Iglesia ante el júbilo descarado de los enemigos de los mandamientos de Dios. Todos deberíamos realizar un acto colectivo de reparación por la ofensa cometida contra la santidad de la casa de Dios y la santidad de sus mandamientos. Nosotros, los hijos de la Iglesia —por encima de todo el Papa, y especialmente aquellos clérigos que permitieron, apoyaron o incluso justificaron tal abominación— deberíamos hacer nuestras las palabras del profeta Daniel: «A ti, Señor, pertenece la justicia; a nosotros, en cambio, nos abruma la confusión… por haber pecado contra ti. Señor, a nosotros nos cubre la vergüenza, a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres, porque hemos pecado contra ti» (Dn 9,7-8).

 

Durante el Gran Jubileo del año 2000, Roma acogió el primer World Pride de la historia (1-9 de julio de 2000). El Papa Juan Pablo II denunció públicamente el evento, diciendo:

 

«En nombre de la Iglesia de Roma, solo puedo expresar mi profunda tristeza por el ultraje al Gran Jubileo del Año 2000 y la ofensa a los valores cristianos de una ciudad que es tan querida por los católicos de todo el mundo. La Iglesia no puede callar la verdad, porque ello sería faltar a su fidelidad a Dios, Creador, y no ayudaría a distinguir el bien del mal» (CCC, n. 2358). A este respecto, quiero simplemente leer lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica, que, tras señalar que los actos homosexuales son contrarios a la ley natural, añade: «El número de hombres y mujeres que presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas no es despreciable. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta. Estas personas están llamadas a realizar la voluntad de Dios en su vida y, si son cristianas, a unir al sacrificio de la cruz del Señor las dificultades que puedan encontrar a causa de su condición» (CCC, n. 2358) (Ángelus, 9 de julio de 2000).

 

Excelencia, ¿qué mensaje desea transmitir al Papa León XIV?

 

Deseo suplicarle al Papa León XIV que repita, en esencia, estas palabras del Papa Juan Pablo II, manifestando así ante todo el mundo una verdadera humildad al reconocer la culpa de la Santa Sede en relación con el escandaloso evento LGBTQ+ en la Basílica de San Pedro. La humildad es valentía por la verdad. Si el Papa León XIV realizara actos públicos de arrepentimiento e incluso de reparación, no perdería nada; si no lo hace, perderá algo ante los ojos de Dios —y solo Dios importa. Desde lo más profundo de mi corazón deseo al Papa León XIV la gracia de Dios, para que tenga el valor de reparar este acto de abominación que ha mancillado la santidad del Año Jubilar, utilizando con plena verdad las palabras de san Pablo: «No me he callado para anunciaros todo el designio de Dios» (Hch 20,26-27).

 

Excelencia, ¿desea añadir algo más?

 

El Papa León XIV no es el vicario del Papa Francisco, sino el vicario de Jesucristo, quien le pedirá cuentas por su defensa de la verdad.

 

La armonía no fue el objetivo de Jesucristo, de lo contrario no habría sido crucificado. Y san Agustín habría disfrutado de una vida muy armoniosa si no hubiese combatido los errores de su tiempo, también dentro de la Iglesia.

 

Que Nuestro Santo Padre el Papa León XIV tome en serio las siguientes palabras de Nuestro Señor, que una vez pronunció a través de santa Brígida de Suecia a uno de sus predecesores (el Papa Gregorio XI): «¡Arranca, arranca y destruye todos los vicios de tu corte! ¡Apártate del consejo de los amigos carnales y mundanos y sigue humildemente el consejo espiritual de mis amigos! ¡Levántate como un hombre y revístete confiadamente de fortaleza! Comienza a reformar la Iglesia que compré con mi propia sangre para que sea reformada y devuelta espiritualmente a su estado original de santidad, porque hoy en día se muestra más veneración a un burdel que a mi Santa Iglesia. Hijo mío, escucha mi consejo. Si me obedeces en lo que te he dicho, te acogeré misericordiosamente como un padre amoroso. Avanza con valentía por el camino de la justicia y prosperarás. No desprecies a quien te ama. Si obedeces, te mostraré mi misericordia y te bendeciré y vestiré y adornaré con los preciosos ornamentos pontificales de un papa santo. Te revestiré de mí mismo de tal manera que tú estarás en mí y yo en ti, y serás glorificado por toda la eternidad» (El libro de las Revelaciones, libro IV, cap. 149).

 

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