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EL PAPA LEÓN XIV Y LA NUEVA GEOGRAFÍA DE LA IGLESIA AcaPrensa / Andrea Gagliarducci / Korazym

Más de un millón de personas asistieron al Jubileo de la Juventud en Tor Vergata, Roma, la primera gran reunión desde la elección del Papa León XIV. No faltó a su cita con los jóvenes: fue a saludarlos al inicio del Jubileo, pidiéndoles que rezaran por la paz; fue a Tor Vergata deseoso de estar con ellos y llevarles un mensaje.

 

El Papa León XIV carece del carisma cautivador de San Juan Pablo II y del encanto del Papa Francisco. Pero tampoco es el Papa Benedicto XVI, de quien heredó parte de su presencia serena, pero no su timidez. El encuentro con los jóvenes fue una prueba interesante para comprender el nuevo pontificado y los mensajes que pretende transmitir.

 

En su homilía en la Misa del Jubileo de la Juventud, León XIV transmitió un mensaje de esperanza cristiana. Afirmó que no estamos hechos para una vida donde todo se da por sentado y está fijado, sino para una existencia que se regenera constantemente en la entrega, en el amor. Y así, aspiramos continuamente a algo ‘más’ que ninguna realidad creada puede darnos; sentimos una sed tan grande y ardiente que ninguna bebida de este mundo puede saciarla. Ante esta sed, ¡no engañemos a nuestros corazones intentando saciarla con sucedáneos ineficaces! ¡Escuchémosla, más bien! Hagamos de ella un escalón donde podamos subirnos para que, como niños, podamos mirar de puntillas a la ventana de nuestro encuentro con Dios.

 

El Jubileo de la Juventud, sin embargo, también representó un punto de inflexión en el pontificado de León XIV, ya que marcó el final de los primeros cien días de su reinado. Aún no existen decisiones gubernamentales que permitan comprender el rumbo que tomará la labor del nuevo Papa. Sin embargo, existen indicios bastante concretos de la dirección que pretende su pontificado y del contexto en el que se desarrolla.

 

El primer indicio es que será un pontificado moderno. Moderno no en el sentido de modernista, sino en el sentido de que es un pontificado nacido de un cambio generacional y también de un cambio geográfico.

 

León XIV no solo es el primer papa de una nueva generación, que no vivió directamente los años del Concilio Vaticano II. También es el primer papa surgido de un cónclave globalizado, donde la lengua franca ya no era el latín ni el italiano, sino el inglés.

 

Esta fue una de las consecuencias imprevistas de las decisiones del papa Francisco. Había decidido internacionalizar el Colegio Cardenalicio y modificar sus criterios de selección. Con el papa Francisco, ya no hay sedes cardenalicias, sino perfiles personales. En muchos casos, ha reclutado a personas de los lugares más remotos del mundo, puramente por razones de representación.

 

Así se produjo el relevo generacional. Muchos de los nuevos cardenales no solo carecían de experiencia en la Curia Romana, sino que ni siquiera habían estudiado en Roma. Por lo general, muchos provenían del mundo angloparlante, o al menos dominaban el inglés como segunda lengua mejor que el italiano, si es que hablaban italiano.

 

Los cardenales Charles Maung Bo de Myanmar, William Goh Seng Chye de Singapur y Soane Patita Paini Mafi de Tonga son ejemplos de ello. Pero incluso donde el italiano es un idioma común, muchos cardenales prefieren hablar en inglés cuando necesitan hablar oficialmente, como en el caso del cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo.

 

El inglés como lengua franca también ha cambiado la forma de pensar. Así surgió un candidato como Robert Francis Prevost, conocido por el 90% de los cardenales por su presencia en once congregaciones y su dominio de la que resultó ser la lengua franca del cónclave.

 

El segundo punto es que, a pesar de haber nacido en un entorno angloparlante, la modernidad del pontificado reside en no ser norteamericano ni anglosajón, sino estadounidense en el sentido más amplio. Ser anglófono atenúa el latinoamericanismo que Prévost asimiló en su labor misionera y posteriormente como obispo en Perú. Ser agustino confiere institucionalidad y universalidad a un perfil que es el de un papa estadounidense, pero sobre todo, el de un papa occidental.

 

El tercer indicio es que, dado su perfil y su historia personal, este Papa no busca ni provoca divisiones, al menos hasta que decide entrar en un debate que no le corresponde.

 

Benedicto XVI fue un Papa que buscó la unidad, y cada paso que dio tuvo como objetivo lograr la unidad dentro de la Iglesia. No funcionó del todo, no solo por su incomprensión, sino también por el peso de los prejuicios del Concilio Vaticano II y el debate subsiguiente. Benedicto XVI fue un Papa que buscó trascender los prejuicios, habiendo sido él mismo víctima de discriminación.

 

El papa Francisco, por otro lado, fue un papa que buscó la división y la provocación. No fue protagonista del Concilio Vaticano II, sino que creció en la controversia posconciliar. Y decidió tomar posición, dividiendo el mundo entre el bien y el mal, lamentando su atraso y, paradójicamente, retrocediendo el reloj del debate intraeclesial.

 

León XIV no es víctima de los prejuicios de Benedicto XVI ni un provocador como el papa Francisco. Tiene un perfil propio, que trasciende divisiones. Y por eso sabe cómo hablarles a los jóvenes. Cuando está con ellos, suele cambiar de idioma —principalmente entre español, italiano e inglés— y transmite su mensaje con claridad en todos los idiomas. Es una experiencia que proviene de sus años como misionero, y es más que eso. Es también algo innato en él.

 

Queda por ver si el cambio de cardenalato que condujo a la elección de León XIV también representa un cambio generacional para la Iglesia. En resumen, si León XIV se dirige a una Iglesia cada vez más anglófona y, por lo tanto, cada vez más dotada de razonamiento pragmático, lenguaje explícito y mensajes sencillos e impactantes.

 

La encíclica que el Papa está escribiendo ofrecerá varias respuestas a esta pregunta. Prevost habla inglés, pero en sus tres meses como Papa ha demostrado una profunda comprensión de otra forma de expresión: la del mundo occidental y la tradición de la Iglesia. ¿Será la próxima encíclica el primer documento en la historia de la Iglesia cuya editio typica estará en inglés? ¿Y cómo cambiará el idioma el estilo del Papa?

 

Estos son los nuevos elementos a tener en cuenta en los próximos pasos del Papa León XIV. Un Papa estadounidense, moderno y occidental. Un estadounidense sereno, fundamentalmente.

 

Este artículo en nuestra traducción al italiano fue publicado por el autor en inglés en su blog Monday Vatican

 

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