Carta del Papa al cardenal Sarah, enviada especial a Sainte-Anne d’Auray:
A nuestro venerable hermano
ROBERT SRE Cardenal SARAH
Prefecto Emérito de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos
El Altísimo se digna revelar los misterios inefables del Reino de los Cielos, especialmente a los pequeños (cf. Mt 11,25-26). Por ello, por la gracia de Dios, Santa Ana, madre de la dulcísima Virgen María, se apareció milagrosamente al campesino Yvon Nicolazic, para que la fe del pueblo armórico se reavivara con una llama espiritual. Se construyó una pequeña capilla que, gracias a las frecuentes reuniones de los fieles, se convirtió en un santuario excepcional dedicado a Santa Ana de Auray y, con el tiempo, en un lugar de peregrinación muy popular. Finalmente, en un soleado día de septiembre de 1996, nuestro predecesor, San Juan Pablo II, también llegó con alegría para alimentar y reavivar la fe, la esperanza y la caridad de su familia.
Aprovechando la ocasión del cuatrocientos aniversario de las apariciones de Santa Ana en la ciudad de Sainte-Anne d’Auray, el Venerable Hermano Raymond Centène, Obispo de Vannes, pidió con la mayor humanidad al difunto Papa Francisco que designara a un eminente sacerdote que presidiera las celebraciones en conmemoración de Santa Ana en nombre del Sumo Pontífice y pronunciara palabras de aliento espiritual.
Deseando acceder a esta piadosa petición y confirmando la designación expresada por Nuestro Predecesor, el Papa Francisco, de feliz memoria, recurrimos a usted, Venerable Hermano, usted que, dotado de piedad y conocimiento, es un eminente y celoso trabajador en la viña del Señor.
Por tanto, por la presente Carta, le designamos como NUESTRO ENVIADO EXTRAORDINARIO para las celebraciones antes mencionadas, que se celebrarán según el rito apropiado los días 25 y 26 de julio, en memoria de Santa Ana, en la localidad de Sainte-Anne d’Auray.
Animamos a todos los participantes en este acontecimiento a mantener viva la esperanza de alcanzar las promesas de Dios con renovada fuerza y celo, porque este Jubileo les ha traído abundantes beneficios espirituales y gracias de bondad celestial, que sin duda les serán de gran ayuda en su trabajo diario de perseverancia.
Saludaréis en Nuestro nombre al Obispo de la diócesis de Vannes, a todos los fieles aquí reunidos, a los venerables Prelados, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, a las autoridades públicas ya los fieles laicos, y les manifestaremos Nuestra benevolencia.
Nos mismo, Venerable Hermano, os acompañaremos con nuestras oraciones en el cumplimiento de vuestra misión, por intercesión de Santa Ana y de su incomparable Hija, la Bienaventurada Virgen María, y os concedemos desde ahora nuestra Bendición Apostólica, signo de Nuestra benevolencia hacia Vos y prenda de los dones celestiales, que deseamos transmitir a todos los participantes en las celebraciones.
Desde el Vaticano, 25 de junio del Año Santo 2025, primero de Nuestro Pontificado.
LEÓN 14











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