El ingeniero navarro Pablo Sánchez Bergasa acaba de recibir el Premio Princesa de Girona Social 2025 por su labor al frente del proyecto IncuNest, unas incubadoras de bajo coste con las que ya han salvado a más de 4.000 bebés prematuros en países como Ucrania, Nepal o el África subsahariana.
A sus 29 años, Sánchez lidera la ONG Medicina Abierta al Mundo, impulsando una solución tecnológica de código abierto que cuesta solo 350 euros, en contraste con las incubadoras comerciales, cuyo precio ronda los 35.000 euros.
IncuNest: tecnología accesible que salva vidas
Las incubadoras IncuNest se construyen en centros de Formación Profesional de los Salesianos y se distribuyen gracias a la ONG Ayuda Contenedores. Actualmente, hay más de 220 unidades activas en más de 30 países.
La idea original fue desarrollada en 2014 por Alejandro Escario como proyecto de fin de carrera. Sánchez se sumó posteriormente, cuando el grupo de voluntarios se disolvió, y terminó asumiendo la responsabilidad del proyecto en solitario, empujado por la urgencia humanitaria: «Un millón y medio de bebés mueren al año por no tener una incubadora», denuncia.
“Dios ha sido la constante”
Sánchez no oculta el motor que le impulsa: su fe católica. Asegura que Dios es su compañero de proyecto y que su decisión de dejar su empleo y volcarse por completo en IncuNest fue una respuesta a lo que considera una llamada providencial: «Voy a poner lo que esté en mi mano y el resto se lo dejo a Dios».
Inspirado por su experiencia como voluntario en el Cottolengo del Padre Alegre, afirma que su vida cambió al ver cómo las religiosas confiaban en la providencia sin que les faltase nada.
Premio Princesa de Girona: plataforma para crecer
El galardón que recibe esta semana en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, ante los Reyes de España, representa para él un punto de inflexión. «Es un altavoz muy grande y tengo que apostarlo todo», dice con convicción. De hecho, lleva cinco meses sin sueldo, viviendo de sus ahorros, con la esperanza de que el premio atraiga a empresas y particulares que se sumen a la causa.
Sánchez apuesta ahora por industrializar el proyecto, escalarlo y extenderlo a más países. «Ya está salvando vidas, ahora hay que llegar más lejos», concluye.











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