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UNA SEÑAL DE CONTRADICCIÓN: VIVIR SIN SMARTPHONE — ENTREVISTA A PETER KWASNIEWSKI AcaPrensa / Rob Marco / Edward Pentin / InfoVaticana

En esta entrevista exclusiva, el autor y compositor católico Peter Kwasniewski explica por qué jamás ha tenido un smartphone, los peligros espirituales que plantea esta adicción tecnológica y cómo vivir sin él no sólo es posible, sino deseable.

 

¿Ludita[1]? En absoluto

 

Peter Kwasniewski es licenciado en Artes Liberales por Thomas Aquinas College y doctor en Filosofía por la Catholic University of America, especializado en santo Tomás de Aquino. Fue docente en el International Theological Institute en Austria, cofundador del Wyoming Catholic College, y dirige actualmente su editorial Os Justi Press, con más de treinta libros publicados y traducidos a veinte idiomas. Además, es compositor de música sacra.

 

Kwasniewski aclara desde el principio: «No soy un ludita». En los años 80 ya era miembro del club de informática de su biblioteca local y programaba en BASIC. Utiliza ordenadores potentes, software musical y tecnologías de impresión bajo demanda. Pero nunca ha tenido, ni desea tener, un smartphone. Tampoco su esposa.

 

¿Por qué nunca un smartphone?

 

«Los smartphones son demasiado potentes: una navaja suiza tecnológica, pero adictiva», advierte. «Prefiero no llevar el trabajo a cuestas todo el día ni estar siempre disponible». Él y su esposa detectaron desde el principio cómo estos dispositivos absorbían a la gente. «En cafés, aviones, paseos: todos hipnotizados por la pantalla».

 

La decisión fue también filosófica y espiritual. «El smartphone es la cristalización de todo lo negativo del internet. Su esencia es la conectividad, no la relación». Cita pensadores como Byung-Chul Han, Patricia Snow y Paul Kingsnorth, cuya lectura reforzó su decisión.

 

La muerte del tiempo intersticial

 

Kwasniewski lamenta cómo los móviles han eliminado los momentos muertos: «Ya nadie sueña despierto, escribe un poema, lee una novela o simplemente espera». En lugar de eso, desplazamos el aburrimiento con estímulos constantes. «Vivimos lo que T. S. Eliot describió: ‘distracted from distraction by distraction’».

 

Consecuencias sociales y espirituales

 

«Hemos emprendido un experimento social sin control y el resultado es la alienación». Cita la dificultad de los jóvenes para mantener una conversación o cortejar.

 

El móvil, incluso apagado, deteriora las relaciones. Promueve comportamientos autistas, disocia del cuerpo y aleja de la realidad»

 

¿Menos vicios? ¿O simplemente otros?

 

Aunque las estadísticas indican que los jóvenes beben, fuman y practican menos sexo, Kwasniewski cree que eso no implica virtud.

 

Simplemente han transferido sus adicciones al smartphone: dopamina fácil, estímulo constante, sustituto virtual de relaciones reales»

 

El smartphone como herramienta de control

 

Critica que hoy se presuma que todos tienen uno. «Exigir códigos QR, apps o pagos electrónicos refuerza una dependencia total. Como con el efectivo: si no lo usamos, lo perderemos. Lo mismo con el derecho a no tener smartphone».

 

¿Inconveniente o ventaja?

 

Reconoce ciertos inconvenientes —por ejemplo, alquilar un coche o usar WhatsApp—, pero afirma rotundamente: «Es una enorme libertad. Mi vida es más tranquila, más centrada, más humana».

 

Una alternativa real: el Light Phone III

 

«Por fin existe una alternativa intermedia: el Light Phone III», anuncia. Sin internet, sin apps, pero con GPS, mensajes y cámara. Una vía práctica sin caer en la tiranía digital.

 

¿No basta con autocontrol?

 

«No nos engañemos: la mayoría no puede regularse. Samuel Johnson lo expresó bien: ‘La abstinencia me resulta más fácil que la templanza’. A veces, simplemente hay que renunciar».

 

¿Y los hijos?

 

Para Kwasniewski, los niños no deberían tener smartphones bajo ningún concepto. «Es una muestra de amor proteger su infancia del daño digital. Un móvil de los antiguos basta. Y si se les explican los riesgos, puede que ni lo deseen».

 

Lecturas recomendadas

 

Patricia Snow, “Look at Me”

Clement Harrold, “How I Kicked My Phone Habit”

Rod Dreher, “Smartphones Are Our Soma” y “Total Freedom, Total Servility”

Paul Kingsnorth, “Solitude”

Jon Haidt, Substack After Babel

Ruth y Peco Gaskovski, School of the Unconformed

Robin Phillips, libro Are We All Cyborgs Now?

Byung-Chul Han, Non-things

 

Conclusión

 

«Recuperas el espacio interior, la presencia ante Dios, la atención a los demás. Abandonar el smartphone te devuelve la libertad, la ligereza, la alegría de vivir». Así concluye esta verdadera señal de contradicción en la era digital: vivir plenamente sin estar conectado.

 

Artículo original publicado en el Substack de Edward Pentin el 5 de julio de 2025. Traducción y adaptación para InfoVaticana con permiso.

[1] Un ludita es alguien que se opone o tarda en adaptarse a nuevas tecnologías, especialmente aquellas que se perciben como una amenaza para el empleo o la forma de vida tradicional. El término se deriva del movimiento ludita del siglo XIX en Inglaterra, donde artesanos y trabajadores textiles destruían máquinas como forma de protesta contra la Revolución Industrial.

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