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LEÓN XIV EXPLICA A LOS SEMINARISTAS LO QUE NECESITAN: INTERIORIDAD, ORACIÓN Y GRATITUD

“¡Gracias porque con su energía alimentan la llama de la esperanza en la vida de la Iglesia!” Estas palabras de León XIV sirvieron para comenzar su discurso en el Jubileo de los Seminaristas, que llegados de todo el mundo ocuparon este martes el interior de la basílica de San Pedro. En efecto, el recibimiento que le hicieron fue enormemente cálido y festivo, y el Papa no pudo evitar una sonrisa de satisfacción mientras se santiguaba para iniciar el encuentro.

 

“Se han dejado involucrar por la fascinante aventura de la vocación sacerdotal en un tiempo no fácil”, les dijo León XIV, quien añadió estas palabras en español, dada la lengua de muchos de los presentes y su conocimiento de ella: “Gracias por haber aceptado con valentía la invitación del Señor a seguir, a ser discípulo, a entrar en el seminario. Hay que ser valientes, no tengan miedo”.

 

El seminario, escuela de los afectos

 

En ese “necesario camino de discernimiento y formación”, Jesús les pide vivir “una experiencia de amistad con Él y con los compañeros de cordada”, dijo, e hizo una referencia al Corazón de Jesús y a la encíclica que le consagró Francisco, Dilexit nos.

 

Añadió en este sentido que “el seminario, sea cual sea su modalidad, debe ser una escuela de los afectos. Hoy, de manera particular, en un contexto social y cultural marcado por el conflicto y el narcisismo, necesitamos aprender a amar y a hacerlo como Jesús”.

 

Para ello “hay que trabajar en la propia interioridad, donde Dios hace oír su voz y desde donde parten las decisiones más profundas”. Sin vida interior “no es posible la vida espiritual, porque Dios nos habla precisamente allí, en el corazón… y el camino privilegiado que nos lleva a la interioridad es la oración”.

 

Como plan de vida, León XIV les hizo una serie de propuestas:

 

“invocar con frecuencia al Espíritu Santo, para que forme en ustedes un corazón dócil”;

 

escuchar “las voces de la naturaleza y del arte, de la poesía, de la literatura y de la música, así como de las ciencias humanas”;

 

el “riguroso compromiso del estudio teológico”;

 

“escuchar con mente y corazón abiertos las voces de la cultura, como los recientes desafíos de la inteligencia artificial y los de las redes sociales”;

 

y, “sobre todo, escuchar el grito, a menudo silencioso, de los pequeños, de los pobres y de los oprimidos y de tantos, sobre todo jóvenes, que buscan un sentido a su vida”.

 

No rebajar nunca las exigencias

 

En la oración se puede aprender a discernir, y al respecto dio un consejo: “Guárdense de la superficialidad y junten los fragmentos de la vida en la oración y la meditación, preguntándose: ¿qué me enseña lo que estoy viviendo? ¿Qué me dice a mi camino? ¿Hacia dónde me está guiando el Señor?”

 

León XIV proclamó que hay que “apostar mucho por la madurez humana, rechazando todo disfraz e hipocresía… Las crisis, los límites, las fragilidades no deben ocultarse, sino que son ocasiones de gracia y de experiencia pascual”.

 

“Ustedes están llamados a dar testimonio de la gratitud y la gratuidad de Cristo, del júbilo y la alegría, de la ternura y la misericordia de su Corazón”, continuó el pontífice, recomendando la “inmensa compasión” del Corazón de Cristo como modelo.

 

¿Cuál es la tarea del seminarista? “No rebajar nunca sus exigencias, no conformarse, no ser meros receptores pasivos, sino apasionarse por la vida sacerdotal, viviendo el presente y mirando al futuro con corazón profético”, respondió el Papa, antes de darles la bendición y rezar con ellos una oración precedida por el Credo en latín.

 

AcaPrensa / Religión en Libertad

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