El arzobispo de Ayacucho, Salvador Piñeiro, explicó a Ecclesia su cercana relación con el recién elegido Papa León XIV. Recordó su labor en Perú, su profundo conocimiento doctrinal y su sencillez, augurando un pontificado de gran cercanía y énfasis en el mensaje social de la Iglesia.
Durante la entrevista, el prelado explicó que se encuentra en España tras haber asistido a la entronización del nuevo Papa junto a otros seis obispos peruanos, y aprovechó la ocasión para visitar a varios sacerdotes de su diócesis que se encuentran formándose en el país.
«El Papa León XIV es un hombre de Dios», afirmó Piñeiro. «Desde joven quiso ir al Perú como misionero, estuvo más de diez años como formador y promotor vocacional en Chulucanas, siempre muy inculturado. Cuando terminó su servicio como prior general de los agustinos, pidió volver al Perú. El Papa Francisco le dijo: “¿Quieres ir al Perú? Vas como obispo”».
El arzobispo también relató su conmoción al ver al cardenal Prevost salir al balcón tras la fumata blanca: «Yo estaba en un retiro en Portugal. Cambió todo. Me emocioné hasta las lágrimas. Y se lo dije: “Santidad, me hiciste llorar cuando hablaste del Perú”».
Piñeiro subrayó las cualidades humanas e intelectuales del nuevo Papa: «Es un gran comunicador, domina varios idiomas, conoce todas las comunidades agustinas del mundo. Es sencillo, cercano, canonista, de gran profundidad doctrinal. Un hombre de valía».
En cuanto al estilo que espera de su pontificado, auguró: «Creo que será un Papa de mucha cercanía, muy comprometido con el mensaje social de la Iglesia. Hoy no podemos reducir la fe a la sacristía. Hay que seguir el ejemplo de León XIII y su Rerum Novarum».
El arzobispo de Ayacucho también reflexionó sobre la piedad popular, que considera esencial: «Tenemos que revitalizarla con catequesis. Las procesiones, los santuarios, las devociones… deben llevarnos a las obras, a la solidaridad». En este sentido, destacó el impacto espiritual y social de la Semana Santa en su diócesis: «Este año recibimos 25.000 peregrinos. Yo les digo: aquí no vienen turistas, sino peregrinos que rezan y ayudan».
Finalmente, Piñeiro agradeció la herencia espiritual recibida de España y lamentó las corrientes anti hispánicas que surgen en algunos países:
«Nos trajeron la cruz y el idioma. La mitad de la Iglesia habla hoy en español. Hay que agradecer, no renegar. En Ayacucho vivimos la fe con esperanza, como nos enseñaron los primeros misioneros».
AcaPrensa / InfoCatólica
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