El Papa León XIV ha nombrado al cardenal Robert Sarah, ex prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, como su enviado especial al Santuario de Sainte-Anne-d’Auray.
Un pequeño movimiento en el tablero de ajedrez, pero en nombre de la unidad. El Papa León XIV nombró al cardenal Robert Sarah, antiguo prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, como su enviado especial al Santuario de Sainte-Anne-d’Auray. La ocasión es el 400 aniversario de las apariciones de Santa Ana al campesino bretón Yvon Nicolazic, reconocidas por la Iglesia Católica como ocurridas en la capital espiritual de Bretaña. La elección de Sara, que presidirá las celebraciones litúrgicas, es una señal sutil, pero nada neutra. Con el Papa Francisco, un nombramiento, o quizás cualquier nombramiento, del cardenal guineano habría parecido improbable. El patrón establecido fue marginar a los cardenales considerados “tradicionalistas” o “conservadores”. Y Sarah es quizás el rostro más autorizado de los cardenales “radicales”, uno de los pocos que tiene seguidores internacionales. El ex prefecto, que en Francia representa un bastión del catolicismo tradicional, no es del agrado del presidente de la República, Emmanuel Macron, quien se desvivió por él en los días previos al cónclave que eligió al papa Prévost.
Recepción indiscriminada de inmigrantes en Europa, ideologías de género y woke, islamización de la civilización occidental: Sarah, sobre todos estos temas, tiene una visión clara. Y no coincide en absoluto con lo de Macron, que habló de Sarah (mal, presumiblemente) con los cardenales franceses, y con el progresista Jean Marc Aveline sobre todo, durante los días de las Congregaciones Generales en Roma. La noticia también fue difundida por la prensa internacional.
Robert Sarah
El Papa León XIV realiza así un gesto de pacificación que va más allá de las etiquetas eclesiásticas. También porque las posiciones adoptadas por el cardenal africano durante el pontificado de Francisco no han pasado desapercibidas. Quizás en un caso más que en otros. Mientras el debate sobre la introducción del celibato facultativo para los sacerdotes estaba en pleno auge (era la época del Sínodo para la Amazonia), el alto consagrado guineano firmó, junto al Papa emérito Benedicto XVI, un libro que causó gran revuelo. En “Desde lo más profundo de nuestros corazones”, Joseph Ratzinger y Sarah, no sin provocar polémica, se opusieron firmemente a las aperturas doctrinales que se estaban discutiendo en el proceso sinodal. En aquella época se habló de modificar el celibato y, más en general, las reglas del sacerdocio católico.
Unos años más tarde, fue el cardenal Walter Kasper, progresista y gran oponente teológico de Ratzinger, quien explicó cuál había sido el papel de aquel texto. «Mi valoración – declaró el cardenal alemán a la revista Cicero, hace unos días – es que Francisco ciertamente quería cambiar algo (sobre el celibato, ndr.).
Pero el Papa Emérito Benedicto XVI intervino con éxito en ese momento, junto con el Cardenal Robert Sarah. El Papa Prevost no es un tradicionalista. Pero, como demuestra su discurso de ayer en la Curia, ha centrado su acción en la Iglesia en la “unidad” eclesial.
AcaPrensa / Francisco Boezi / Il Giornale
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