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ARCHIDIÓCESIS DE VIENA: LA CONFIRMACIÓN DE ADULTOS VA EN AUMENTO

Cada vez más fieles que no fueron confirmados en su juventud deciden hoy dar este paso crucial en su vida cristiana. La Archidiócesis de Viena ha fortalecido su oferta formativa para acompañarlos con profundidad y sentido comunitario. Este fenómeno refleja una nueva apertura hacia la fe adulta en Europa.

 

La Confirmación de adultos está experimentando un auge en Austria. Este sacramento, que será administrado en Viena el día de hoy en la iglesia de San Miguel (Michaelerkirche), está dirigido a personas que no fueron confirmadas en su juventud, pero que más tarde desean profundizar conscientemente en su fe o asumir un cargo eclesial, como ser padrino de bautismo o de confirmación. La teóloga Raphaela Pallin, responsable de la Confirmación de adultos en la Archidiócesis de Viena, ve una creciente relevancia de esta oferta: «La demanda está aumentando, y la conciencia en las parroquias está creciendo», declaró en una entrevista con Kathpress.

 

En la Iglesia Católica, la edad para la Confirmación no está uniformemente establecida. Mientras que en las Iglesias orientales se administran conjuntamente el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, en Occidente el orden fue modificado: Bautismo de bebé, Primera Comunión a los 7 años, y Confirmación generalmente a los 14 años o poco después. Sin embargo, los expertos señalan que la pubertad puede ser una etapa difícil para tomar decisiones religiosas. Como muy tarde, la Confirmación debe ser administrada en el lecho de muerte, ya que completa la iniciación cristiana. Cuando los jóvenes son bautizados a partir de los 14 años —edad considerada de madurez religiosa— o cuando adultos deciden bautizarse, un fenómeno relativamente reciente, pero en aumento, reciben simultáneamente la Confirmación y la Primera Comunión.

 

La Confirmación de adultos no es una novedad: la propia Pallin fue confirmada recién a los 18 años. Desde que asumió la responsabilidad diocesana en 2019, la oferta ha sido estructuralmente desarrollada. A pesar de las restricciones iniciales debido a la pandemia, se logró establecer una programación estable: la celebración central en la Michaelerkirche de Viena, el sábado anterior a la Ascensión del Señor, se ha convertido en una fecha fija anual. Esta permite a los candidatos ejercer como padrinos ya para Pentecostés. Este año, el sacramento será administrado por el obispo auxiliar Stephan Turnovszky.

 

Experiencias de fe profundas

 

En la Archidiócesis de Viena, la preparación comprende unas 20 horas y se ofrece en dos formatos de curso: en el seminario sacerdotal o en la Oficina Pastoral de la Archidiócesis, ubicada en Stephansplatz 6, con grupos de entre 10 y 15 participantes. El programa incluye oración común, lectura del Evangelio de Lucas, diálogos bíblicos y temas centrales de la fe como las imágenes de Dios, la antropología cristiana, el seguimiento de Cristo, las virtudes y los sacramentos. Un componente importante es también la participación conjunta en la Misa Crismal y la celebración de la liturgia del Triduo Pascual y la Vigilia Pascual en su parroquia de residencia.

 

El perfil de los participantes es variado, explica Pallin: «Muchos han tenido una experiencia personal de Dios o sienten un anhelo por una fe más profunda. Otros desean asumir el rol de padrino con seriedad y se dan cuenta de que es más que un título honorífico». A menudo se trata de personas que, después de su Primera Comunión, han tenido poco o ningún contacto con la Iglesia —algunos no han asistido a misa desde entonces—. «Es enriquecedor ver cómo, a lo largo del curso, las personas se abren, intensifican su oración personal, redescubren los contenidos de la fe y forman una comunidad», añade la teóloga.

 

Ánimo, fortalecimiento y acompañamiento

 

Pallin subraya que la Confirmación no debe entenderse como un final, sino como un nuevo comienzo: «El Espíritu Santo es ánimo, fortalecimiento y consuelo —especialmente en la vida cotidiana—. La Confirmación quiere comunicar esa fuerza y abrir un camino de fe acompañado». Particularmente conmovedoras son las reacciones tras la noche de reconciliación previa a la Confirmación: muchos no se han confesado desde su primera confesión en la escuela primaria. «Cuando experimentan lo liberador que puede ser el diálogo con un pastor, se abren a menudo nuevos horizontes espirituales», explica la catequista.

 

Asimismo, cada vez con más frecuencia se ofrecen también cursos específicos en zonas rurales, «ya que allí tampoco es evidente que la Confirmación se reciba en la adolescencia». Por ejemplo, en Schwarzau am Steinfeld, donde los pastores revisaron los registros y se sorprendieron al descubrir cuántos adultos en su parroquia aún no estaban confirmados. También parroquias como Retz o Hollabrunn ofrecen programas de preparación a la Confirmación para adultos, a veces incluso de forma interparroquial o en el decanato. «Muchos están dispuestos a recorrer mayores distancias si se les ofrece una buena preparación», explica Pallin. Es importante dar visibilidad a estas iniciativas, por ejemplo, a través de los medios parroquiales o incluso de periódicos locales.

 

Nuevos impulsos para las parroquias y la Iglesia

 

Pallin considera que la Confirmación de adultos no solo es una tarea pastoral, sino también una oportunidad para la Iglesia: «A menudo, la Confirmación no solo transforma la vida del individuo, sino también la de su entorno familiar y laboral; se despiertan una nueva apertura y un interés sorprendente». Una y otra vez hay participantes que, tras recibir el sacramento, se involucran activamente en la parroquia o incluso descubren vocaciones eclesiales. «Un joven del último curso ingresará en agosto al noviciado de una orden religiosa. La Confirmación fue para él un paso importante tras experiencias personales de fe», relata.

 

El deseo de la experta: que en el futuro las parroquias ofrezcan más cursos de fe para adultos —no solo preparación para la Confirmación de adolescentes—. Formatos como los cursos Alpha o encuentros bíblicos podrían ser buenas propuestas accesibles. «La Confirmación de adultos ya no es un tema marginal —es un puente hacia una nueva vida eclesial», concluye la teóloga.

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