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LEÓN XIV HABLA A LOS EMBAJADORES DEL ENCUENTRO CON CRISTO Y DE LA FAMILIA

En su primera audiencia con el Cuerpo Diplomático, el Papa León XIV, ha presentado una visión profundamente cristiana de la diplomacia, centrada en la verdad, la justicia y la paz como pilares para sanar el mundo. Ha subrayado el papel insustituible de la familia, fundada en la unión estable entre hombre y mujer, como base de una sociedad armoniosa, y ha apelado a una conversión del corazón que permita construir la paz desde la verdad del Evangelio.

 

El Santo Padre, tras agradecer las muestras de afecto por su nombramiento, ha asegurado que en su diálogo con el mundo diplomático querría que «predominase siempre el sentido de ser familia —la comunidad diplomática representa, en efecto, la entera familia de los pueblos—, que comparte las alegrías y los dolores de la vida junto con los valores humanos y espirituales que la animan».

 

El Papa ha indicado que «la Santa Sede está animada por una urgencia pastoral que la impulsa no a buscar privilegios sino a intensificar su misión evangélica al servicio de la humanidad. Ésta combate la indiferencia y apela continuamente a las conciencias», absolutamente necesario para ocuparse de «los pobres, los necesitados y los marginados», así como «los desafíos que caracterizan nuestro tiempo, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial».

 

El Pontífice quiere renovar la aspiración de la Iglesia —y mía personal— de alcanzar y abrazar a cada pueblo ya cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz», apelando a su propia experiencia personal como misionero que ha conocido diversos pueblos y realidades:

 

«Confío en que la Divina Providencia me conceda tener en el futuro ocasión de encontrarme con las realidades de las que ustedes provienen, permitiéndome acoger las oportunidades que se presentan para confirmar en la fe a tantos hermanos y hermanas dispersos por el mundo y construir nuevos puentes con todas las personas de buena voluntad».

 

León XIV ha resaltado «tres palabras clave que constituyen los pilares de la acción misionera de la Iglesia y de la labor de la diplomacia de la Santa Sede».

 

Paz

 

La primera palabra es paz. Muchas veces la consideramos una palabra “negativa”, o sea, como mera ausencia de guerra o de conflicto… La paz entonces pareciera una simple tregua, una pausa de descanso entre una discordia y otra, porque, aunque uno se esfuerce, las tensiones están siempre presentes, un poco como las brasas que arden bajo las cenizas, prontas a reavivarse en cualquier momento».

 

Para el cristianismo «la paz es ante todo un don, el primer don de Cristo: «Les doy mi paz» (Jn 14,27). Pero es un don activo, apasionante, que nos afecta y compromete a cada uno de nosotros, independientemente de la procedencia cultural y de la pertenencia religiosa, y que exige en primer lugar un trabajo sobre uno mismo».

 

El Pontífice ha recordado que a veces las palabras matan

 

«La paz se construye en el corazón ya desde el corazón, arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas».

 

El Papa cree «fundamental el aporte que las religiones y el diálogo interreligioso pueden brindar para favorecer contextos de paz. Eso, naturalmente, exige el pleno respeto de la libertad religiosa en cada país»z.

 

León XIV ha señalado que «es necesario revitalizar la diplomacia multilateral y esas instituciones internacionales que han sido queridas y pensadas en primer lugar para poner remedio a los conflictos que pudiesen surgir en el seno de la comunidad internacional. Ciertamente, es necesaria también la voluntad de dejar de producir instrumentos de destrucción y de muerte».

 

El Papa no cree posible una paz al margen de la justicia:

 

«Procurar la paz exige practicar la justicia. Como ya he tenido modo de señalar, eligió mi nombre pensando principalmente en León XIII, el Papa de la primera gran encíclica social, la Rerum novarum (RN). En el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias…»

 

El Pontífice ha señalado a la familia como pilar fundamental de la sociedad

 

Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicable para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas. Esto puede realizarse sobre todo invirtiendo en la familia, fundada sobre la unión estable entre el hombre y la mujer, «bien pequeña, es cierto, pero verdadera sociedad y más antigua que cualquiera otra» (RN,9).

 

Y la necesidad de tutelar a los no nacidos y los más frágiles

 

«Además, nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes».

 

El Papa es un hijo de inmigrantes que han emigrado:

 

«Mi propia historia es la de un ciudadano, descendiente de inmigrantes, que a su vez ha emigrado. Cada uno de nosotros, en el curso de la vida, se puede encontrar sano o enfermo, ocupado o desocupado, en su patria o en tierra extranjera. Su dignidad, sin embargo, es siempre la misma, la de una criatura querida y amada por Dios».

 

León XIV ha advertido que no hay paz sin justicia y sin verdad

 

«No se pueden construir relaciones verdaderamente pacíficas, incluso dentro de la comunidad internacional, sin verdad. Allí donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes, y el mundo virtual, con su percepción distorsionada de la realidad, prevalece sin control; es difícil construir relaciones auténticas, porque decaen las premisas objetivas y reales de la comunicación».

 

El Papa ha recordado que la Iglesia debe decir siempre la verdad, aunque sea incomprendida:

 

«…la Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión».

 

Es la verdad en la caridad, en el encuentro personal con Cristo.

 

«La verdad, sin embargo, no se separa nunca de la caridad, que siempre tiene radicada la preocupación por la vida y el bien de cada hombre y mujer. Por otra parte, en la perspectiva cristiana, la verdad no es la afirmación de principios abstractos y desencarnados, sino el encuentro con la misma persona de Cristo, que vive en la comunidad de los creyentes».

 

Esa verdad, ha afirmado el Papa «no nos aleja; por el contrario, nos permite afrontar con mayor vigor los desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el uso ético de la inteligencia artificial y la protección de nuestra amada tierra. Son desafíos que requieren el compromiso y la colaboración de todos, porque nadie puede pensar en afrontarlos solo».

 

El Pontífice ha concluido su mensaje apelando a la conversión y se ha acordado de Ucrania y Tierra Santa

 

«Es un tiempo de conversión y de renovación, y sobre todo la ocasión para dejar atrás las contiendas y comenzar un camino nuevo, animados por la esperanza de poder construir, trabajando juntos, cada uno según sus propias sensibilidades y responsabilidades, un mundo en el que cada uno de nosotros pueda realizar la propia humanidad en la verdad, en la justicia y en la paz. Espero que esto pueda suceder en todos los contextos, empezando por los más que más sufren, como Ucrania y Tierra Santa».

AcaPrensa / InfoCatólica

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