Acaprensa

Agencia Católica de Prensa

CINCO CRITERIOS PARA ELEGIR AL PAPA.

Tosatti publica un documento «que le ha enviado un cardenal amigo» con algunos criterios sensatos para elegir al Papa, pesamos que recoge los puntos que más están pesando en estos momentos en el Sacro Colegio.

 

  1. Buena Reputación.

 

Hoy en día, tan pronto como su reputación se ve dañada, los sacerdotes son inmediatamente puestos en retiro temporal por la mayoría de las diócesis. La gente ya está harta de tantos escándalos. Si esto se aplica a los sacerdotes comunes, ¡cuánto más esta advertencia debería aplicarse al futuro Papa! Ya se trate de rumores sexuales, irregularidades financieras, vínculos con sociedades secretas controvertidas o chantaje político: la precaución básica dicta que esas personas ni siquiera deberían ser consideradas para la Sede de Pedro hasta que los rumores y las acusaciones se hayan aclarado por completo. Hoy en día nada permanece oculto; Pero si un cardenal ha sido citado repetidamente en la prensa por ambigüedades sexuales, financieras o políticas, o incluso simplemente tiene una reputación ambigua, como Papa tendrá que confrontar aún más su pasado. ¡La Iglesia hoy ya no puede tolerar un Papa con pasado! ¡La reputación del Papa debe ser tan blanca como su túnica!

 

  1. Libertad de «movimientos»

 

Es obvio para todos que un Papa debe estar presente para todos, sin preferencias ni dependencias. Hay muchas familias y grupos espirituales entre el clero y los laicos de la Iglesia, y todos contribuyen a su manera a la vitalidad de la Iglesia. El Papa es el padre de todos: debe por tanto estar por encima de grupos y movimientos. No se trata de proclamar y vivir una espiritualidad particular, mucho menos una ideología particular, sino la amplitud y grandeza de la Iglesia. Como medida de precaución, no se debería elegir a un candidato que esté demasiado comprometido con un movimiento clerical o laico y que, por lo tanto, haya perdido gran parte de su independencia. El obispo de Roma debe estar abierto a todas las comunidades. En el pasado y en el presente, la pertenencia de los papas a órdenes religiosas no siempre ha fomentado la unidad. Los poderosos «grupos de presión» de los movimientos laicos limitan la libertad del Papa si asume compromisos hacia ellos. ¡El Papa necesita libertad para todos!

 

  1. Fe sencilla

 

La fe de muchos católicos en la sociedad secularizada se ha debilitado. Las sutilezas teológicas, los llamados cambios de paradigma y las constantes adaptaciones de la fe a los gustos del momento llevan a la confusión y al desinterés de muchos. El Papa debe ser, pues, un hombre que viva la fe católica con la misma claridad con la que la proclama. La promoción del culto mediante la liturgia y la catequesis, la reactivación de la fe de los jóvenes, la piedad popular, la recepción regular de los sacramentos, etc., es decir, los elementos esenciales de la vida de la Iglesia que dan fuerza y la hacen abierta a la gracia, deben estar en el centro de su trabajo. Por supuesto, la Iglesia no puede ni debe cumplir la misión de Cristo sin el estudio teológico, sin el compromiso político, sin la relevancia cultural, sin la preocupación por los pobres y los marginados, sin la riqueza de las diferentes espiritualidades, pero todas estas expresiones de su rica vida dependen del contenido de la fe y de la vida de fe revelada por Cristo a los apóstoles y a sus sucesores. Esta fe debe ser accesible a todos. El Papa tiene la tarea de proteger la fe de los sencillos, que es la fe de todos nosotros, de la arrogancia de un intelectualismo artificial y de la dilución en el espíritu de los tiempos. ¡El camino del Papa es el camino de Cristo, no el camino de la “sinodalidad”!

 

  1. Carisma paternal

 

La Iglesia no vive de espectáculo. El futuro Papa estará en el centro de atención, como lo han estado todos sus predecesores. Su carisma debería ser pues el de un padre para todos, no el de un actor vanidoso, un artista snob o un arribista deslumbrante. No necesitamos un Papa guapo, necesitamos un Papa bueno, cuya bondad vaya acompañada de seriedad y cuyo amor sepa que aquellos que están a él confiados desean ser conducidos por él a Cristo. Un buen pastor que no tiene miedo a los lobos y que sabe que no se trata de él, sino del Hijo de Dios, al cual sólo representa como vicario y nunca lo podrá sustituir. Para él, la humildad en el comportamiento no significa pauperismo ostentoso, y cuando va a los pobres y perseguidos no llama cada vez a un equipo de televisión. Ciertamente el Papa necesita carisma. Los burócratas políticos áridos y desalmados que, con sus constantes cálculos, sirven a sus propias ambiciones más que al bien del rebaño, están fuera de lugar hoy en día. El carisma es necesario, pero el carisma papal viene de dentro, no de fuera; viene del Espíritu Santo y es visible en la gracia del ministerio. Si el Papa es consciente de que pronto tendrá que responder ante Dios por todas sus acciones, se volverá humilde por propia voluntad. Si reconoce con San Pablo que sólo debe transmitir lo que él mismo ha recibido, no confundirá creatividad con autoexpresión. Si entiende que sólo es un representante y un administrador, actuará siempre según la voluntad de Cristo y sin arbitrariedad. Lo que necesitamos es un pastor al que todos puedan decir con sinceridad: ¡Santo Padre!

 

  1. Experiencia, competencia y sabiduría

 

Todo Papa que comprenda el oficio que asume tendrá que llorar con Pedro por sí mismo. Pero esto no significa que un Papa deba estar desprevenido. Para gobernar la Iglesia y ser un buen pastor, sin embargo, es necesaria experiencia. Experiencia con el rebaño a él confiado, experiencia en el acompañamiento de otros pastores y de sus colaboradores, experiencia de las alegrías y de los sufrimientos de la tarea pastoral. Por eso los sabios colegios cardenalicios rara vez han elegido a un Papa joven, sino generalmente a un obispo de gran experiencia, que al mismo tiempo se ha distinguido por su gran competencia en teología, filosofía, derecho, historia, diplomacia o incluso en todos estos campos y en otros, como León XIII, Pío XII, Juan Pablo II y muchos otros. El conocimiento de la Iglesia universal, de la Curia romana, de los asuntos políticos mundiales, de las diferentes culturas y lenguas, del corazón humano y un amor realista y experto hacia la Iglesia deben distinguir a todo Papa que quiera ser de algún modo digno de este oficio. Como todo Papa es sólo un pobre hombre, tiene necesidad de la gracia, que sin embargo presupone siempre la naturaleza ¡Un Papa sabio y experimentado es el mejor instrumento de la gracia!

 

Naturalmente, todo el mundo comprenderá que estos cinco criterios de razón, obvios y simples, excluyen a muchos de los candidatos que hoy se promueven, no es necesario añadir nombres porque es demasiado obvio: Sapienti sat. Oremos al Espíritu Santo para que la Iglesia vuelva a tener un Papa irreprochable, libre, fiel, paternal y sabio. Este Papa seguramente temblará ante el yugo del papado y precisamente por eso hay que encontrarlo y elegirlo: ¡Ven, Espíritu Santo!

AcaPrensa / SPECOLA extracto

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *