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RITOS A LA MUERTE DEL PONTÍFICE: EL MARTILLITO DE PLATA, EL SELLO, EL CAMARLENGO, EL ATAÚD

A la muerte de un Pontífice reinante, el protocolo vaticano marca un ritual muy claramente delimitado. Con la muerte de Benedicto XVI no se cumplieron todos esos pasos puesto que no era un Papa en ejercicio del ministerio petrino, sino un Pontífice emérito. El modelo a seguir es el de los funerales de San Juan Pablo II.

 

Cuando murió Benedicto XVI, con funerales en enero de 2023, el Papa Francisco decidió reflexionar sobre los ritos funerarios que quería a su deceso. Los estudió con el Maestro de Ceremonias litúrgicas, Diego Ravelli. En abril de 2024, Francisco aprobó un nuevo ritual que se publicó en noviembre, el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis, sustituyendo la edición anterior, del año 2000. Buscaba “simplificar y adaptar algunos ritos para que la celebración de las exequias del obispo de Roma exprese mejor la fe de la Iglesia en Cristo resucitado”.

 

Lo primero: rezar

 

La tradición y el protocolo dictan que cuando los médicos de la Santa Sede dictaminan la muerte del Pontífice, se firma el documento de la defunción y comienzan los rituales propios de esta situación.

 

En cuanto se declara oficialmente que “el Papa ha muerto”, todos los presentes en la sala se arrodillan y comienza el rezo de los responsos. Los canónigos penitenciarios se turnarán en los turnos de vela.

 

Se colocarán cuatro velas a los pies de la cama del difunto y un acetre -pequeño recipiente en forma de balde- con agua bendita y el hisopo junto al lecho mortuorio para los responsos de los obispos que vengan a visitar al difunto.

 

El Camarlengo y el martillito de plata

 

Tradicionalmente es el Prefecto de la Casa Pontificia quien debe dar a conocer la noticia al Cardenal Camarlengo, al responsable de la Secretaría de Estado, al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas del Santo Padre y a los prelados de la Cámara Apostólica.

 

Pero el Papa Francisco ha eliminado la institución de la Cámara Apostólica, que eran formada por un grupo de eclesiásticos que ayudaban al Camarlengo durante la Sede Vacante.

 

En febrero de 2025 no hay Prefecto de la Casa Pontificia, el cargo quedó vacante tras la muerte de Benedicto XVI, cuando Francisco retiró al arzobispo Georg Gänswein, gran ayudante de Benedicto XVI, de esa función.

 

El Camarlengo es desde 2019 el cardenal irlandés-americano Kevin Farrell, quien también preside el Dicasterio de Laicos, Familia y Vida.

 

El Maestro de Ceremonias es desde 2021 el italiano Diego Giovanni Ravelli (que no es cardenal, sólo obispo).

 

El secretario de Estado desde 2013 es el cardenal italiano Pietro Parolin.

 

El Cardenal Camarlengo tiene la función ritual de comprobar la muerte del Pontífice. Llegará vistiendo estola violeta y será, durante el periodo de Sede Vacante, la más alta autoridad de la toda la Iglesia universal, no sólo de la maquinaria local vaticana. Entrará en la sala del cadáver acompañado de un destacamento de la Guardia Suiza con alabardas, que expresan así que apoyan su nueva autoridad superior.

 

El Camarlengo se acerca al difunto y con un pequeño martillo de plata golpea suavemente la frente del cadáver. Lo hace tres veces, dejando pasar 3 minutos entre cada vez. Además, pronuncia el nombre de pila del difunto, como animándole a despertar. Ha de hacerlo en presencia del maestro de Celebraciones Litúrgicas, que durante estos momentos hará de notario, de secretario y de canciller de la Cámara Apostólica.

 

Comprobado que el cadáver no reacciona, el Camarlengo proclama, a los presentes y al mundo: “vere, Papa mortuus est” (“verdaderamente el Papa ha muerto”).

 

Inmediatamente el Camarlengo retira el anillo del Papa de su dedo. Es el comúnmente llamado “Anillo del Pescador” (refiriéndose a Pedro, el pescador de Galilea, primer Papa, elegido por Cristo). Es el anillo con el que se firmaban sellos y documentos. Ésta es la señal de que ha acabado el reinado de este papa. El Camarlengo rompe el anillo y el sello de plomo del Papa ante los cardenales presentes, para impedir que se use su sello para falsificar documentos. Es otro signo del final de su mandato.

 

Es tradición en este momento que el Portón de Bronce del Palacio Apostólico se cierre a la mitad. La campana mayor de San Pedro comunicará a los fieles la muerte del Pontífice; otras campanas de la ciudad y del mundo se le sumarán.

 

La Sede Vacante

 

Al morir el Papa, todos los cargos de la Curia quedan cesados, incluyendo el poderoso cardenal secretario de Estado. Hay 3 excepciones: el Cardenal Camarlengo, el vicario de la diócesis de Roma y el Penitenciario Mayor mantienen sus cargos.

 

A inicios de 2025 el vicario de Roma es, desde octubre de 2024, el cardenal italiano Baldassare Reina. El Penitenciario Mayor es el cardenal italiano Angelo De Donatis desde abril de 2024.

 

Muerto el Papa, empieza el periodo de Sede Vacante, sin Pontífice al frente de la Iglesia. El Camarlengo añade en ese momento a su escudo dos llaves cruzadas, una de oro y la otra de plata (símbolo de las llaves del Reino de los Cielos que Cristo entregó a Pedro y sus herederos). El conjunto está surmontado en el escudo por un ombrellino, es decir una especie de toldo o sombrilla en franjas alternas de rojo y amarillo.

 

En las misas de todo el mundo ya no se menciona al Papa, y sólo se menciona al obispo de cada lugar. En Roma, donde el obispo era el Papa, se menciona en las misas al Colegio Cardenalicio. Se declaran nueve días de luto riguroso.

 

El trato del cadáver

 

Los restos mortales del difunto serán revestidos con sus ornamentos de obispo:

 

– la mitra (sencilla, blanca, en señal de luto);

 

– la casulla (vestidura sacerdotal para la misa) de color rojo, también sencilla;

 

– el palio (banda de lana blanca en forma de escapulario con cruces negras o rojas, símbolo de pastor)

 

– y la férula papal o cruz que hace de báculo pastoral.

 

Técnicos funerarios tratarán su cuerpo para que aguante tres días de funerales. Al menos tres días el cuerpo del fallecido se expondrá a la veneración de los fieles en la Basílica de San Pedro.

 

Féretro sencillo, primeras escenas en la capilla privada

Francisco ha introducido la norma de que la constatación de la muerte se realice en la capilla privada del Pontífice, y no en su habitación o dormitorio. Antes se suponía que el Pontífice moría en el Palacio Apostólico, pero Francisco vive en la residencia Santa Marta. Lo que busca es que el ritual de reconocimiento sea en una capilla, un espacio de oración.

 

La norma de Francisco pide además que de inmediato su cuerpo se deposite en un único ataúd de madera con interior de zinc (antes era un triple ataúd, incluía un féretro de plomo) que se llevará enseguida a la Basílica de San Pedro.

 

Tradicionalmente el cuerpo, en el féretro abierto, se colocaba sobre un catafalco (un estrado elevado), pero Francisco ha quitado el uso del catafalco. Además, ha establecido que no se coloque el báculo papal junto al féretro durante esta exposición.

 

La Misa de Exequias

 

A los 3 días, se celebra la Misa de Exequias, el funeral del Papa, por lo general presidida por el cardenal elector de más edad. Acuden representantes políticos de todo el mundo, y también líderes y delegados eclesiásticos, de otras Iglesias y comunidades cristianas. Se aplica el protocolo internacional de la Santa Sede.

 

Una novedad que Francisco establece en estas exequias es que el ritual nuevo evita el uso de la expresión “Romano Pontífice” y algunas otras, limitándose a las expresiones más sencillas: Papa, obispo de Roma y pastor.

 

Los restos del Papa tradicionalmente se colocaban en una triple caja: una de ciprés, otra de plomo y la última de nogal. Francisco ha anulado esta tradición y tendrá una única caja.

 

Sobre este ataúd, se coloca un simple crucifijo y una Biblia abierta. En el funeral de Juan Pablo II todos recuerdan el viento haciendo girar las páginas de la Biblia.

 

El difunto es enterrado en el lugar que el mismo Pontífice haya decidido en vida. Si no ha designado un lugar, se le designa un sitio en el Vaticano, probablemente en las Grutas Vaticanas, debajo de la Basílica de San Pedro, con otros Papas recientes.

 

Francisco pidió ser enterrado en Santa María la Mayor, la basílica romana donde visitaba el icono de la Virgen Salud del Pueblo Romano antes y después de cada viaje internacional.

 

Las misas por el alma del difunto se mantienen 9 días tras su muerte.

 

El entierro

 

En el entierro, una vez colocado el ataúd en su lugar, el Camarlengo se dirige a los presentes con unas palabras, tras lo cual el Maestro de las Celebraciones Litúrgicas lee el texto de la “Rogitio”, un texto breve en latín que narra la vida del Pontífice. Cuando concluye la lectura, se canta un salmo. Después, el Camarlengo reza una oración.

 

Se deposita en el ataúd un tubo de metal que contiene un pergamino con su acta de defunción. También se colocan allí algunos signos de su Pontificado, sobre todo medallas y monedas acuñadas durante su reinado. Cuando el ataúd toca el suelo, el Camarlengo le echa una cucharada de tierra y dice: “Memento, homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris” (Recuerda, hombre, que eres polvo y en polvo te convertirás). Los cardenales también echan un poco de tierra, pero sin pronunciar palabra.

 

Una vez concluido todo este ritual, se corre la lápida de granito que cierra la tumba y así concluyen los ritos fúnebres.

 

Convocando a los cardenales del mundo

 

En todos estos días, la autoridad de la Iglesia la ostenta en el día a día el colegio de cardenales. El Cardenal Camarlengo los convoca para que elijan un nuevo pontífice. Pueden tardar bastantes días en llegar desde los lugares más remotos del mundo.

 

El cardenal decano del Colegio Cardenalicio presidirá a los cardenales que se reúnen. A inicios de 2025 Francisco confirmó a Giovanni Battista Re, cardenal italiano de 91 años, en este cargo que ocupa desde 2020. Se espera que presida además la misa de exequias del difunto, y también la misa de inauguración del Cónclave (la misa “Pro Eligendo Sumo Pontífice”, para elegir al Pontífice Máximo).

 

Pasados unos 15 o 20 días (el día exacto lo decide el Camarlengo), los cardenales electores (con derecho a voto) se encerrarán en el Cónclave para elegir al nuevo Papa. Puede ser menos días si todos los cardenales electores han llegado, según una norma que corrigió Benedicto XVI. Durante esos días de espera, otros cardenales más ancianos, que ya no son electores (no podrán votar), participan con consejos, candidatos, ideas y propuestas.

AcaPrensa / Pablo J. Ginés / Religión en Libertad

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