×

Que el miedo no nos detenga nunca

Que el miedo no nos detenga nunca

ElCatolicismo

11 de agosto 2023

Está alegre, está lleno, está completo. Tiene un deseo enorme de permanecer en este estado a pesar de volver a la vida cotidiana.

A esta jornada fui como voluntaria para servir a otros y servir a Dios. Un sueño que inició en la JMJ de Río de Janeiro, cuando fui de peregrina y descubrí que había voluntarios. Desde ese entonces había soñado cada año con poder ir de voluntaria. Finalmente fue en noviembre de 2022 que Dios me invitó y que pude empezar a cumplir este sueño que tenía desde hace 10 años.

En el camino, durante la preparación que debía realizar, aparecieron muchos miedos y ocasionalmente la necesidad de decirle NO a Dios y de quedarme en mi casa, en mi vida. Afortunadamente el llamado fue más fuerte que mi miedo y terminé yendo porque estar cerca a Dios y a la Virgen rodeada de jóvenes, niños, ancianos, sacerdotes, obispos, monjas, el Papa, es una experiencia única. Una experiencia completamente enriquecedora. Y ahora que reflexiono pienso: ¿cuántas veces sentimos el claro llamado de Dios y sabiendo que es él, nos negamos o desertamos por miedo? Ojalá no nos paralizara el miedo. Ojalá pudiésemos seguir a Dios así fuese de la mano del miedo. Ojalá pudiésemos levantarnos y partir sin demora como lo hizo María.

Y esas fueron las palabras reiterativas del Papa en sus múltiples discursos: “No tengan miedo, no tengan miedo, no tengan miedo”. ¿Cómo no tener miedo? Es una de las preguntas que me surgen ahora que vuelvo. ¿Cómo levantarse como lo hizo María y partir sin demora? Y la única respuesta que me surge ahora es: acercándome a Dios; estando cerca de él con la oración, los sacramentos, la eucaristía, el sacrificio, el perdón, el otro.

Creo que todos sabemos la importancia de dichas cosas pero creo que olvidamos frecuentemente pensar en el otro. Pensar de una forma verdadera en el otro, es decir: ser conscientes de que el otro es una persona tan valiosa y digna como nosotros mismos. Ser conscientes que el otro tiene necesidades, tiene errores, tiene bondades. Y esto fue lo que el ser voluntaria me recordó: el otro es tan valioso como yo. El otro necesita de mí, el otro necesita de Dios y a veces puedo ser yo quien le muestre a Dios a través de mis actos, y a veces puedo ser yo quien le recuerde que sólo por ser un ser humano es amado, porque así es como nos ama Dios. Decía el papa: “nada es gratis sólo el amor de Dios”. Pues considero que cuando pensamos en el otro de forma verdadera y amorosa le estamos recordando que el amor de Dios es gratis y está siempre disponible para todos.

Bien pues ahora que tanto peregrinos como voluntarios regresamos a las casas empieza un nuevo reto: poner en práctica lo que vivimos, lo que entendimos, lo que descubrimos. Seguir manteniendo el fervor que nos abrazó, el amor a Dios y a la Virgen que experimentamos y el amor a la humanidad que vimos. Estoy segura que fácil no va a ser porque a Dios nunca le ha gustado lo fácil. ¡Afortunadamente! Y a ustedes, los que no hayan podido ir, los invito a recordar la importancia del otro y a servir al otro como una forma más de servir a Dios y de estar cerca de Dios.

¡Que el miedo no nos detenga nunca y que podamos levantarnos y partir sin demora!

Publicar comentario