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La suegra de Pedro

La suegra de Pedro

Ayer me acordé de ella. Qué cosas. De la suegra, de la mujer y de los amigos de buena voluntad que tuviera en Cafarnaum. Me extrañaría que se estuvieran calladitos ante las ocurrencias de Pedro el pescador.

Pedro era un bocazas y un busca broncas, un deslenguado y un provocador. Su actitud ante el sumo sacerdote, que ayer pudimos escuchar, es cualquier cosa menos ponderada, prudente, discreta y centrada. No solo se pasa por el forro de sus principios la prohibición de enseñar en nombre de Cristo con el viejo argumento de obedecer a Dios antes que a los hombres, sino que, además, llama directamente asesino al sumo sacerdote y todos los suyos: “El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero».

Aquí es donde me empecé a acordar de la suegra, la mujer y los amigos. Me extrañaría que no le hicieran una llamada a la prudencia:

– Mira, Pedro, no te pases, sé un poco más discreto, algo más comedido. Mira que esta gente es capaz de todo, ya ves lo que le hicieron a Jesús, y lo que necesitamos no es un apostol muerto, sino que vivas muchos años para que puedas hacer mucho bien y predicar lo que haga falta.

– Cristo ha resucitado, repuso Pedro, y esto hay que anunciarlo llamando a las cosas por su nombre y denunciando a los asesinos de Jesús, echándoles en cara lo que hicieron, e invitándoles al arrepentimiento.

– Claro, claro, Pedro, pero tranquilamente, sin agresividad, está bien que hagas algún milagrito, una limosna, que prediques el amor y la fraternidad… pero eso de la resurrección y encima llamar asesinos a esos no deberías hacerlo, que no conviene que se crispen las cosas. Y por cierto, eso que hemos oído de que a lo mejor te ibas para Roma… será broma, ¿verdad? ¿Lo has pensado bien? ¿Es que no tienes en tu pueblo y en los alrededores gente pare predicar sin tener que darnos ese disgusto, que a lo mejor no te vemos más? ¿Tú crees que nos puedes hacer esto?

– Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres, incluyendo al sumo sacerdote, sus correligionarios, la mujer, la suegra y los amigos y parientes.

Me da que hoy, en la Iglesia, quienes marcan el proceder, la evangelización y la presencia en el mundo son los que se dejan aconsejar por la suegra de Pedro.

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