El Papa Francisco ha reconocido con su firma las virtudes vividas por Teresa Enríquez de Alvarado.
religionenlibertad
23 de marzo 2023
Este jueves la Santa Sede ha anunciado que el Papa Francisco ha reconocido con su firma las virtudes vividas en grado heroico por Teresa Enríquez de Alvarado, madre de familia de la nobleza castellana del siglo XVI, mecenas de muchas obras, que acompañó a Isabel la Católica en sus esfuerzos por modernizar España, mejorar la atención a enfermos y heridos y fomentar la devoción al Santísimo Sacramento.
Fue un ejemplo de la intensa creatividad para el bien del incipiente Renacimiento en clave católica en España. Con su dinero impulsó el primer hospital moderno, de la península, higienista y muy ventilado, saliendo de viejos criterios medievales, financiando su funcionamiento. También se volcó en persona en atender heridos y enfermos: acudió a la Guerra de Granada y acompañaba personalmente a los soldados heridos o moribundos.
Fue amiga personal de la cultísima Beatriz Galindo, «La Latina», maestra de Isabel la Católica, y también de Beatriz de Bobadilla, consejera de la reina, el círculo de damas renacentistas castellanas, a la vez muy cultas y muy religiosas.
Sus últimos años los vivió con gran austeridad en un convento, aunque sin dejar de ser laica.
epresentaciones y retratos de la ahora venerable Teresa Enríquez de Alvarado.
Teresa Enríquez de Alvarado nació hacia 1456 en Valladolid y murió el 4 de marzo de 1529 en su señorío de Torrijos (Toledo), a 90 km de Madrid.
Criada por su abuela en austeridad franciscana
Fue hija del Almirante de Castilla y señor de Medina de Rioseco, Alonso II Enríquez. No conoció a su madre que murió al poco de nacer ella. Su abuela paterna, Teresa de Quiñones, la educó en el monasterio franciscano de Valdescopezo y aprendió de ella su fe y austeridad.
Se casó hacia 1470 con Gutierre de Cárdenas, y como matrimonio apoyaron desde el principio a Isabel y Fernando, los Reyes Católicos. En 1503 murió su esposo, y después de litigar con los hijos Teresa consiguió gestionar su gran riqueza, que ya antes de enviudar dedicaba a infinidad de obras de caridad.
Con la ayuda del sacerdote sevillano Fernando de Contreras se volcó en la atención de enfermos, ampliando y fundando hospitales, especialmente impresionada por los efectos de la peste.
Impulsó un colegio de huérfanos y un sistema de dotación para chicas huérfanas. Trabajó por la reinserción de prostitutas, buscándoles oficio y marido.
El padre Contreras, llamado por algunos «apóstol de la Berbería», estaba volcado en rescatar cautivos de los moros en el Norte de África, y ella colaboraba en financiar esos rescates. También creó escuelas para médicos y músicos.
Pionera en la devoción al Santísimo Sacramento
Aún antes de estallar la ruptura que significó el Protestantismo en Europa, ella ya veía la necesidad de impulsar el culto eucarístico. Supo que en Italia había cofradías del Santísimo Sacramento, a las que envió ornamentos y rentas. Después impulsó la creación de las primeras cofradías y hermandades de devoción al Santísimo Sacramento en España, empezando por Torrijos. El Papa Julio II, que recibía sus cartas y peticiones, la llamaba, como elogio, “loca del Sacramento y embriagada del vino celestial”.
Como otras grandes figuras del Renacimiento, su genio buscaba edificar y financió la construcción de la colegiata de Torrijos en honor del Santísimo Sacramento y así la fundación de conventos de concepcionistas.
Cuando su esposo adquirió Torrijos, contaba con 500 habitantes (200 eran judíos en su barrio de la judería). Teresa, al morir su esposo, buscó convertirla en una monumental «ciudad de Dios»: un palacio, dos hospitales, dos conventos, una colegiata… Tardó en levantarlos menos de 20 años. Su sistema de financiación funcionó bien hasta que en 1836 fue afectado por la Desamortización de Mendizábal.
Ella misma daba de comer a los pobres
El arqueólogo Jorge Morín explica que Teresa «era famosa por dar ella misma de comer a los pobres que se iban acercando a su villa en los dos hospitales de Torrijos». Asegura que el Hospital de la Santísima Trinidad fue «el primer hospital higienista que se construye en España durante el reinado de los Reyes Católicos. Fue diseñado con una arquitectura que hacía pedazos los oscuros trazados medievales. Todo era luz y áreas de ventilación”.
En el hospital había una zona de hombres y otra de mujeres. Un cirujano, un mayordomo y seis oficiales cuidaban diariamente de los enfermos. El terremoto de Lisboa de 1755 deformó algo sus columnas, pero se usó como hospital hasta la invasión napoleónica.
Su impresionante colegiata en honor al Santísimo Sacramento se terminó en 1518. Teresa la dotó de una renta perpetua, lo que la convirtió en una de las más ricas de España. De estilo gótico flamígero, su gran fachada entremezcla instrumentos musicales, notas, partituras y spolias andalusíes; es decir esculturas, relieves o frisos procedentes de otros edificios. Enríquez era una gran aficionada a coleccionar obras nazaríes. En la nave principal del templo se localiza el sepulcro renacentista de la mecenas y su esposo.
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