El Obispo y ensayista Mons. Athanasius Schneider, habla con La Bussola sobre su nuevo libro La Messa Cattolica.
InfoVaticana / Lorenzo Formicola / La Nuova Bussola Quotidiana / Traducido por Verbum Caro
1 abril, 2023
El Obispo y ensayista monseñor Athanasius Schneider habla con La Bussola sobre su nuevo libro La Messa cattolica. Las desviaciones en el culto que se han producido en las últimas décadas tienen su raíz en la pérdida de lo sobrenatural. Una enfermedad que convierte a los creyentes en «cristianos débiles», incapaces de dar testimonio en un mundo esclavizado por las diversas ideologías dominantes.
Monseñor Athanasius Schneider, Obispo auxiliar de Santa María en Astana. Ensayista kirguí, ha vuelto recientemente a las librerías con La Messa cattolica. Passi per ripristinare la centralità di Dio nella liturgia. Pasó los primeros años de su vida en la Iglesia clandestina soviética y en su nuevo libro presenta con claridad el núcleo de la misión de la Iglesia católica: el Santo Sacrificio de la Misa debe ser redescubierto como obra de Dios y no de los fieles o los sacerdotes. En sus páginas es fácil encontrar la profunda reverencia del obispo Schneider por la misa y la eucaristía, que nace de su experiencia personal de privación y persecución.
¿Por qué escribir La Messa Cattolica? ¿Existen otras misas?
Durante los últimos 50 años, se ha extendido en la Iglesia Católica, especialmente en los países occidentales, una práctica litúrgica cada vez más permisiva y arbitraria en la celebración de la santa misa. El panorama general de la vida litúrgica actual en el rito romano puede describirse claramente como una anarquía litúrgica.
¿Qué entiende usted por Anarquía litúrgica?
Una misa celebrada con abusos, o en un estilo informal típico del culto protestante, o en la forma externa de un banquete, oscurece enormemente las verdades doctrinales de la misa, a saber, su carácter primordialmente sacrificial y el carácter sublime de misterio y sacralidad. El nuevo rito de la misa disminuye la catolicidad, y «Católico» significa aquello que es aceptado siempre y en todas partes por todos. Esto es algo que la forma tradicional de la misa expresa de manera impresionante mediante los criterios de antigüedad, constancia de uso por las generaciones católicas y extensión geográfica.
¿Qué es la misa?
La sagrada liturgia es ante todo, y esencialmente, la glorificación del Dios Trino. Y trae la gracia eterna y la salvación a todos los que la celebran, a los que participan en ella y a aquellos para quienes se ofrece específicamente.
¿Y cómo se sitúa la liturgia en el contexto moderno y ante la crisis de la Iglesia?
El mundo actual se caracteriza, de manera profunda, por la pérdida de lo sobrenatural, y esto significa una orientación del hombre hacia sí mismo, un centrarse en sí mismo. Este es el núcleo del naturalismo y es la enfermedad espiritual más grave que contagia la vida de la Iglesia hoy.
¿Ha contagiado esta enfermedad a la misa?
Urge una auténtica reforma litúrgica, y esta debe consistir, desde el principio, en que todos, Sacerdotes y fieles, se vuelvan de nuevo al Señor, visiblemente en el rito también. Estamos, por así decirlo, ante ruinas litúrgicas. Debemos seguir custodiando el tesoro de la liturgia tradicional, que es una liturgia milenaria de los santos. Y no solo conservarla, sino cultivarla y promoverla.
Usted creció en un país comunista donde tenía que caminar durante horas en el frío para recibir la eucaristía. ¿Por qué hacer un sacrificio tan grande por lo que muchos califican de «símbolo»?
La misa es la realidad más grande, más tremenda, más sagrada, más consoladora y más saludable de la tierra. No es un símbolo.
¿Por qué «tremenda»?
Porque la misa es nada menos que el sacrificio de la Cruz. Contiene real, verdadera y sustancialmente el cuerpo y la sangre inmolados y glorificados de Cristo y el acto de la redención. Si reconociéramos y comprendiéramos esta verdad, todos haríamos todo lo posible, aceptando cualquier dificultad, para participar en ella. Muchos católicos, en distintos tiempos y lugares, han sido asesinados porque participaban en la misa: su sangre estaba místicamente unida a la sangre del sacrificio de Cristo presente en el altar.
Cuando se trasladó a Alemania con su familia, huyendo de la persecución comunista, ¿reconoció diferencias en la vivencia de la fe y la participación en los sacramentos?
Encontré una dimensión sobrenatural debilitada. Reinaba un espíritu mundano, un activismo en detrimento de la oración. A menudo faltaba la debida reverencia al Santísimo Sacramento y la asidua recepción del sacramento de la penitencia. El estilo de vida de muchos sacerdotes parecía mundano.
¿De qué años estamos hablando?
Me trasladé con mis padres y hermanos a Alemania a finales de 1973.
Usted dijo una vez que el «materialismo generalizado en Occidente aplica el mismo modelo que el comunismo». ¿Qué quería decir con eso?
El mundo político y social occidental revela cada vez más las mismas características típicas del régimen comunista soviético: un continuo lavado de cerebro con eslóganes y axiomas ideológicos por parte de los poderosos partidos políticos y los medios de comunicación de masas, alineados como si dependieran de un mando central.
¿Cuál es la ideología dominante hoy en día?
La ideología de género. Una ideología neomarxista que persigue la destrucción de la familia: un objetivo político ya expresado por Karl Marx en su Manifiesto Comunista, de 1846. Todos los sectores de la sociedad deben alinearse con esta nueva ideología y los disidentes, es decir, los que se niegan a aceptar la primacía y exclusividad de la nueva ideología de género, son públicamente escarnecidos, marginados, intimidados e incluso castigados. Ya nadie puede negar que vivimos en un sistema político que se asemeja a las vergonzosas dictaduras políticas que hemos conocido recientemente en la historia de la humanidad.
Más de 360 millones de cristianos sufren una gran persecución por su fe. En un año 5.621 fueron asesinados, 4.542 detenidos sin juicio, 5.259 secuestrados. En general se observa un aumento del nivel de persecución. ¿Por qué?
El hecho de que la fe cristiana sea la más perseguida de todas las religiones es una demostración de su verdad y singularidad.
Explíquese.
El Imperio romano, pagano, definía el cristianismo como «odium generis humani« (Tácito, Annales 15, 44, 4). En los primeros siglos cristianos se escribió: «Haciendo el bien son castigados como malhechores; condenados se alegran como si hubieran recibido la vida. Y los que los odian no podrían decir la razón de su odio» (Carta a Diogneto, 5). De hecho, las palabras de Jesús siguen siendo válidas para todos los tiempos: «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia» (Jn 15, 18-19).
Entre las amenazas, el islam encabeza la lista, seguido del comunismo. ¿Por qué el islam también encuentra cada vez más espacio en Occidente? No solo es un credo en auge, sino que también está cambiando las tradiciones culturales, la alimentación y las leyes estatales.
La causa más profunda de la actual islamización de Europa, orquestada desde hace tiempo por las élites políticas socialistas, verdes y masónicas, se encuentra en la apostasía de la identidad cristiana europea, es decir, de su propia identidad. San Juan Pablo II y Benedicto XVI han hablado mucho de ello. A través del islam, poderosos grupos políticos europeos pretenden marginar al cristianismo en Europa, reduciéndolo a un grupo religioso minoritario, intimidado y aquejado de un complejo de inferioridad. No debemos temer tanto al islam como a un cristianismo débil. Y, sobre todo, a una jerarquía eclesiástica intimidada que colabora con el actual régimen político y mediático anticristiano.
¿Cree usted que están lejos los días en que la fe Católica, en un mundo hostil que la denigra públicamente, pueda convertir los hogares de las familias creyentes en catacumbas llenas de fe viva?
Hay muchos signos en la vida política y social de Europa occidental y de América que permiten considerar realista esta perspectiva.
¿Qué significa hoy «no echáis incienso al César»?
Se nos pide que arrojemos incienso a varios ídolos: la ideología de género que niega la creación divina de los sexos; la naturaleza del matrimonio en su aspecto de unión entre un hombre y una mujer; la ideología de la igualdad de todas las religiones: es decir, se nos pide que neguemos la unicidad de la fe católica y su necesidad para la salvación eterna. Luego está el ídolo de la alineación con el pensamiento único ideológico y político.
¿Cuál debe ser la respuesta de los Católicos?
Frente al grito «No queremos que Cristo reine» lanzado por el «César» y los ídolos de los tiempos modernos, la verdadera respuesta de todos los católicos, y en primer lugar del papa, debe ser esta: «Oh Príncipe absoluto de los siglos, Oh Jesucristo, Rey de las naciones: te confesamos árbitro supremo de las mentes y de los corazones. Que con honores públicos te ensalcen los que tienen poder sobre la tierra; que el maestro y el juez te rindan culto, y que el arte y la ley no te desmientan. Y que estén sometidos a tu cetro los ciudadanos todos de la patria» (Himno tradicional de Vísperas a Cristo Rey).
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