«El futuro de las vocaciones está en las familias donde se ha plantado la cruz»
InfoVaticana
El Padre Davide Pagliarani, Superior General de la Fraternidad San Pío X, concedió una entrevista exclusiva a La Porte Latine, que se encuentra en español en la página web de la Fraternidad de San Pío X, en la que recuerda la fecundidad de la Cruz para las vocaciones y las familias. Insiste particularmente en la necesidad de mantener el auténtico espíritu del Fundador, Mons. Marcel Lefebvre, “espíritu de amor por la fe y la verdad, por las almas y por la Iglesia”.
Han pasado cinco meses desde que fue elegido Superior General de la Fraternidad San Pío X por un período de doce años. Estos cinco meses le han permitido sin duda tener una primera visión de conjunto de la obra fundada por Mons. Lefebvre, que completa su extensa experiencia personal. ¿Tiene una primera impresión general? ¿Cuáles son sus primeras prioridades para los próximos años?
La Fraternidad es una obra de Dios, y cuanto más la descubrimos, más la amamos. Dos cosas llaman más mi atención en este descubrimiento. Primero, el carácter providencial de la Fraternidad: es el resultado de las elecciones y decisiones de un santo guiado sólo por una prudencia sobrenatural y “profética”, cuya sabiduría apreciamos aún más a medida que pasan los años y que la crisis de la Iglesia se agrava. Luego, he podido observar una vez más que no estamos exentos de pruebas: el buen Dios santifica a todos nuestros miembros y a nuestros fieles, mediante fracasos, dificultades, decepciones, en una palabra, por la cruz y no por otros medios.
Con 65 nuevos seminaristas este año, la Fraternidad tiene su récord de inscripciones en sus seminarios en los últimos 30 años. Ha sido director del seminario de La Reja (Argentina) durante casi seis años. ¿Cómo favorecerá el desarrollo de vocaciones cada vez más numerosas y fuertes?
Estoy convencido de que la verdadera solución para aumentar el número de vocaciones y su perseverancia no reside principalmente en medios humanos y, por así decirlo, “técnicos”, como boletines informativos, visitas apostólicas o publicidad. Ante todo, una vocación necesita salir de un hogar donde se ama a Nuestro Señor, su Cruz y su sacerdocio, un hogar donde no se respira amargura ni crítica hacia los sacerdotes.
Es por ósmosis, a través del contacto con padres verdaderamente cristianos y sacerdotes profundamente imbuidos del espíritu de Nuestro Señor, que se despierta una vocación. Debemos continuar trabajando en este ámbito con todas nuestras fuerzas. Una vocación nunca es el resultado de un razonamiento especulativo o de una lección que hemos recibido y con la que estamos intelectualmente de acuerdo. Estos elementos pueden ayudar a responder al llamado de Dios, solamente si ponemos en práctica lo que mencionamos anteriormente.
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